Dado que los celulares están conectados a antenas móviles que permiten identificar mediante triangulación la ubicación exacta de las personas, estos dispositivos podrían lanzar mensajes de alerta tanto a los ciudadanos potencialmente infectados para que volvieran a la situación de aislamiento bajo implementación de multas o sanciones específicas. Es más, cuando esto ocurriera, los operadores de telefonía móvil podrían enviar mensajes tanto a los servicios de emergencia 911 como a las fuerzas de seguridad para garantizar el aislamiento y el no contagio a otras personas. Es importante tener en cuenta que estas medidas de emergencia sean implementadas dentro de un contexto legal donde los derechos a la privacidad de los ciudadanos sean tomados en consideración para que no ocurran abusos por parte de gobiernos y empresas.
El ejemplo presentado demuestra el potencial de las tecnologías digitales, la conectividad y los datos para el desarrollo socioeconómico y para la gestión de situaciones de crisis. Existe toda una batería de aplicaciones móviles y soluciones digitales en distintas partes del mundo que apoyan diversas áreas de la actividad productiva (agricultura, turismo, energía, logística) y social (salud, educación, gobierno electrónico) que además de contribuir a la reducción de la brecha digital, tambien contribuyen directamente a la mejora de la calidad de vida de las personas.
Como vemos, la conectividad puede ser una herramienta fundamental no sólo en la prevención y mitigación, sino también en la fase de salida de la crisis gracias al aprovechamiento de la infraestructura crítica asociada a sectores estratégicos como energía, transporte (puertos, aeropuertos, etc), agua y otros, de modo a potenciar el tejido productivo y la integración regional.
Al igual que el agua siempre se separa del aceite, la tecnología tiene la maleabilidad suficiente para primero prevenir el contagio gracias a la identificación y ubicación de las personas afectadas con el coronavirus, pero también mitigar los riesgos de propagación gracias a un seguimiento monitoreado del aislamiento (distanciamiento social) de las personas contagiadas. Tenemos por tanto la oportunidad en América Latina y el Caribe de separar el aceite y quedarnos con el agua, la vida y el desarrollo. Y sobre todo mitigar los impactos de la crisis si ponemos a trabajar a la tecnología utilizando la conectividad.
Respuesta:
Dado que los celulares están conectados a antenas móviles que permiten identificar mediante triangulación la ubicación exacta de las personas, estos dispositivos podrían lanzar mensajes de alerta tanto a los ciudadanos potencialmente infectados para que volvieran a la situación de aislamiento bajo implementación de multas o sanciones específicas. Es más, cuando esto ocurriera, los operadores de telefonía móvil podrían enviar mensajes tanto a los servicios de emergencia 911 como a las fuerzas de seguridad para garantizar el aislamiento y el no contagio a otras personas. Es importante tener en cuenta que estas medidas de emergencia sean implementadas dentro de un contexto legal donde los derechos a la privacidad de los ciudadanos sean tomados en consideración para que no ocurran abusos por parte de gobiernos y empresas.
El ejemplo presentado demuestra el potencial de las tecnologías digitales, la conectividad y los datos para el desarrollo socioeconómico y para la gestión de situaciones de crisis. Existe toda una batería de aplicaciones móviles y soluciones digitales en distintas partes del mundo que apoyan diversas áreas de la actividad productiva (agricultura, turismo, energía, logística) y social (salud, educación, gobierno electrónico) que además de contribuir a la reducción de la brecha digital, tambien contribuyen directamente a la mejora de la calidad de vida de las personas.
Como vemos, la conectividad puede ser una herramienta fundamental no sólo en la prevención y mitigación, sino también en la fase de salida de la crisis gracias al aprovechamiento de la infraestructura crítica asociada a sectores estratégicos como energía, transporte (puertos, aeropuertos, etc), agua y otros, de modo a potenciar el tejido productivo y la integración regional.
Al igual que el agua siempre se separa del aceite, la tecnología tiene la maleabilidad suficiente para primero prevenir el contagio gracias a la identificación y ubicación de las personas afectadas con el coronavirus, pero también mitigar los riesgos de propagación gracias a un seguimiento monitoreado del aislamiento (distanciamiento social) de las personas contagiadas. Tenemos por tanto la oportunidad en América Latina y el Caribe de separar el aceite y quedarnos con el agua, la vida y el desarrollo. Y sobre todo mitigar los impactos de la crisis si ponemos a trabajar a la tecnología utilizando la conectividad.
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