El primer número de la revista Estudios Públicos (diciembre 1980), a través de una serie de artículos de F. A. Hayek, K. Brunner, A. Fontaine, H. Cortés, M. Friedman, G. Tullok y J. Buchanan, ha puesto al centro de la atención de los ambientes intelectuales y políticos chilenos el problema de las relaciones entre economía y política y entre libertad y Estado.
La evidente relevancia del tema, tanto en general como el contexto del proceso económico-político chileno, y la seriedad y altura intelectual en que ha sido planteado, hacen oportuno reflexionar sobre las posiciones fundamentales asumidas por la mencionada revista, que promete ser una importante tribuna y centro de elaboración de una línea de pensamiento que tiene en nuestro país un elevado poder decisional.
Ahora bien, la discusión teórica y la crítica científica pueden tener un interés específico, que no sea puramente propagandista sino que sirva a la efectiva comprensión de los problemas, sólo si existe o se logra establecer un espacio teórico compartido entre la crítica y su objeto, o sea, entre quienes sostienen posiciones diferentes sobre la temática del debate. De no ser así, la crítica permanece externa y es estéril a los efectos de avanzar en el conocimiento, limitándose a la reafirmación de las propias posiciones.
En nuestro caso, el espacio de coincidencia puede establecerse en torno a tres afirmaciones de distinto tipo. La primera es un juicio de valor: la libertad individual es un principio fundamental de la convivencia humana, cuya realización histórica y defensa debe ser objeto de preocupación prioritaria de quienes están interesados en los asuntos públicos. La segunda es una constatación: la democracia, como forma de organización del Estado construida históricamente para garantizar la vigencia de la libertad individual, está en crisis en las sociedades contemporáneas. La tercera afirmación define un proyecto o propósito de acción: para defender la libertad individual amenazada y superar la crisis de la democracia, es preciso reducir el tamaño y el poder del Estado.
Como estas afirmaciones pueden no tener un significado unívoco, es conveniente precisar ulteriormente su contenido, siendo probable que en tal esfuerzo de especificación comiencen a aparecer las diferencias conceptuales y los elementos de crítica más significativos.
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El primer número de la revista Estudios Públicos (diciembre 1980), a través de una serie de artículos de F. A. Hayek, K. Brunner, A. Fontaine, H. Cortés, M. Friedman, G. Tullok y J. Buchanan, ha puesto al centro de la atención de los ambientes intelectuales y políticos chilenos el problema de las relaciones entre economía y política y entre libertad y Estado.
La evidente relevancia del tema, tanto en general como el contexto del proceso económico-político chileno, y la seriedad y altura intelectual en que ha sido planteado, hacen oportuno reflexionar sobre las posiciones fundamentales asumidas por la mencionada revista, que promete ser una importante tribuna y centro de elaboración de una línea de pensamiento que tiene en nuestro país un elevado poder decisional.
Ahora bien, la discusión teórica y la crítica científica pueden tener un interés específico, que no sea puramente propagandista sino que sirva a la efectiva comprensión de los problemas, sólo si existe o se logra establecer un espacio teórico compartido entre la crítica y su objeto, o sea, entre quienes sostienen posiciones diferentes sobre la temática del debate. De no ser así, la crítica permanece externa y es estéril a los efectos de avanzar en el conocimiento, limitándose a la reafirmación de las propias posiciones.
En nuestro caso, el espacio de coincidencia puede establecerse en torno a tres afirmaciones de distinto tipo. La primera es un juicio de valor: la libertad individual es un principio fundamental de la convivencia humana, cuya realización histórica y defensa debe ser objeto de preocupación prioritaria de quienes están interesados en los asuntos públicos. La segunda es una constatación: la democracia, como forma de organización del Estado construida históricamente para garantizar la vigencia de la libertad individual, está en crisis en las sociedades contemporáneas. La tercera afirmación define un proyecto o propósito de acción: para defender la libertad individual amenazada y superar la crisis de la democracia, es preciso reducir el tamaño y el poder del Estado.
Como estas afirmaciones pueden no tener un significado unívoco, es conveniente precisar ulteriormente su contenido, siendo probable que en tal esfuerzo de especificación comiencen a aparecer las diferencias conceptuales y los elementos de crítica más significativos.
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