Respuesta:
Es muy digno de notarse el que los paradigmas que nos harán presentir la naturaleza
profunda del pecado son situados por los autores bíblicos fuera de Israel. Al aceptar que
todo hombre se encuentra colocado delante del Dios único que le llama, la Biblia no se
limita al pueblo elegido.
El autor yahvista nos dará los primeros ejemplos. La historia del pecado de los primeros
padres nos sitúa delante de una sola familia que lleva el destino de toda la humanidad.
La intención del autor es la de explicar la condición humana. Más aún: es el primer
esbozo de la Nueva Alianza, y el cristianismo tomará de nuevo esta idea presentando a
Cristo como el nuevo Adán.
El pecado de Adán se caracteriza, en Gén 3, como la prosecución de una aspiración
desmesurada (hybris) que no conviene a un mortal. Pero al mismo tiempo el pecado es
ruptura de una relación personal con Dios. Supone la experiencia de un tú a tú, cuya
santidad se descubre en el acto retrospectivo de reflexión y arrepentimiento (Gén 3, 9-
10).
El pecado sucede a la inocencia. El hombre no es constitutivamente pecado, como
sostenían los órficos. Los sabios de Israel podrán considerar la educación del hombre
con un optimismo básico que encuentra ahí su secreto. Por lo demás, el pecado no se
sustrae a un dinamismo de redención: Gén 3, 15 expresa la certeza de que la humanidad
será libertada del mal. Y esta nueva perspectiva va a constituir el esquema esencial de la
Biblia.
El hombre es también víctima. En un enfrentamiento, que se sitúa en el terreno de las
relaciones entre Dios y el hombre, éste ha sido seducido por la serpiente que -reducción
de los monstruos míticos del caos- intenta hacer fracasar el plan de Dios.
La nota de desmesura que caracteriza al primer pecador humano es asimismo
denunciada por el autor yahvista en la narración sobre la torre de Babel (Gén 11, 1-9):
también aquí el pecado de hybris conduce a una catástrofe y, por primera vez,
encontramos este clima de Babel tan propicio a la eclosión del pecado considerado en su
dimensión específica.
Dos profetas exílicos han elegido también fuera de Israel sus paradigmas del pecado. La
soberbia, y como consecuencia, la caída del rey de Babel son cantadas en Is 14, 12-15,
y, en términos parecidos, la del rey de Tiro en Ez 28, 11-19.
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Respuesta:
cómo se manifiesta en el antiguo testamento el pecado personal
Es muy digno de notarse el que los paradigmas que nos harán presentir la naturaleza
profunda del pecado son situados por los autores bíblicos fuera de Israel. Al aceptar que
todo hombre se encuentra colocado delante del Dios único que le llama, la Biblia no se
limita al pueblo elegido.
El autor yahvista nos dará los primeros ejemplos. La historia del pecado de los primeros
padres nos sitúa delante de una sola familia que lleva el destino de toda la humanidad.
La intención del autor es la de explicar la condición humana. Más aún: es el primer
esbozo de la Nueva Alianza, y el cristianismo tomará de nuevo esta idea presentando a
Cristo como el nuevo Adán.
El pecado de Adán se caracteriza, en Gén 3, como la prosecución de una aspiración
desmesurada (hybris) que no conviene a un mortal. Pero al mismo tiempo el pecado es
ruptura de una relación personal con Dios. Supone la experiencia de un tú a tú, cuya
santidad se descubre en el acto retrospectivo de reflexión y arrepentimiento (Gén 3, 9-
10).
El pecado sucede a la inocencia. El hombre no es constitutivamente pecado, como
sostenían los órficos. Los sabios de Israel podrán considerar la educación del hombre
con un optimismo básico que encuentra ahí su secreto. Por lo demás, el pecado no se
sustrae a un dinamismo de redención: Gén 3, 15 expresa la certeza de que la humanidad
será libertada del mal. Y esta nueva perspectiva va a constituir el esquema esencial de la
Biblia.
El hombre es también víctima. En un enfrentamiento, que se sitúa en el terreno de las
relaciones entre Dios y el hombre, éste ha sido seducido por la serpiente que -reducción
de los monstruos míticos del caos- intenta hacer fracasar el plan de Dios.
La nota de desmesura que caracteriza al primer pecador humano es asimismo
denunciada por el autor yahvista en la narración sobre la torre de Babel (Gén 11, 1-9):
también aquí el pecado de hybris conduce a una catástrofe y, por primera vez,
encontramos este clima de Babel tan propicio a la eclosión del pecado considerado en su
dimensión específica.
Dos profetas exílicos han elegido también fuera de Israel sus paradigmas del pecado. La
soberbia, y como consecuencia, la caída del rey de Babel son cantadas en Is 14, 12-15,
y, en términos parecidos, la del rey de Tiro en Ez 28, 11-19.
Espero que te sirva de algo
Saludos