Respuesta: En la liturgia latina, antes de pronunciar las palabras de Jesucristo, el sacerdote dirige a Dios una oración, por la que suplica se convierta el pan y el vino en el cuerpo y sangre de Jesucristo. En la liturgia griega y en las demás liturgias orientales, además de esta primera oración, hay también una segunda que se hace en los mismos términos, después de haber pronunciado el sacerdote las palabras de Jesucristo. Esta última es la que los griegos llaman la invocación del Espíritu Santo; algunos la creen esencial para la consagración. De donde muchos teólogos concluyeron que, según los griegos, la consagración no se hace por medio de las palabras de Jesucristo; opinión que tacharon de error. Para justificar a los griegos, el P. Lebrun, después del abate Renaudol, había compuesto una obra para probar que la consagración se hace, no solo por medio de las palabras de Jesucristo, sino además por la invocación. Explicación de la misa, t. 5, p. 212 y sig. Joseph Bingham, teólogo anglicano, había sido de la misma opinión. Orig. eccl., 1.15, c. 3, §. 12. El P. Bougeant, jesuíta, defendió contra el P. Lebrun que la consagración se hace en virtud de las solas palabras de Jesucristo. Un tercer teólogo formó, en una disertación impresa en Troyes en 1773, el resumen de la disputa y concluyó por adoptar la opinión del P. Bougeant.
Observa que antes del siglo XIV, o antes del concilio de Florencia, los griegos y los latinos no tuvieron entre sí ninguna disputa acerca de las palabras esenciales para la consagración, aunque los teólogos latinos estuviesen bien informados de los términos de que se servían los griegos en su segunda invocación. Por consiguiente los escolásticos que impugnaron a los griegos acerca de este punto han ido más lejos que sus predecesores.
No se trató de esta disputa en el segundo concilio de León el año 1274, ni en los tiempos posteriores, a no ser entre algunos teólogos. Pero en el concilio de Florencia, en 1439, fue viva la disputa sobre este punto entre los griegos y los latinos. Se ve por las actas del concilio que los griegos, a excepción de Marcos de Éfeso, convinieron en que la consagración se hace por las palabras de Jesucristo pero no quisieron que esta decisión se hiciera constar en el decreto de unión, temiendo no apareciese ser una condenación de su liturgia.
Respuesta: En la liturgia latina, antes de pronunciar las palabras de Jesucristo, el sacerdote dirige a Dios una oración, por la que suplica se convierta el pan y el vino en el cuerpo y sangre de Jesucristo. En la liturgia griega y en las demás liturgias orientales, además de esta primera oración, hay también una segunda que se hace en los mismos términos, después de haber pronunciado el sacerdote las palabras de Jesucristo. Esta última es la que los griegos llaman la invocación del Espíritu Santo; algunos la creen esencial para la consagración. De donde muchos teólogos concluyeron que, según los griegos, la consagración no se hace por medio de las palabras de Jesucristo; opinión que tacharon de error. Para justificar a los griegos, el P. Lebrun, después del abate Renaudol, había compuesto una obra para probar que la consagración se hace, no solo por medio de las palabras de Jesucristo, sino además por la invocación. Explicación de la misa, t. 5, p. 212 y sig. Joseph Bingham, teólogo anglicano, había sido de la misma opinión. Orig. eccl., 1.15, c. 3, §. 12. El P. Bougeant, jesuíta, defendió contra el P. Lebrun que la consagración se hace en virtud de las solas palabras de Jesucristo. Un tercer teólogo formó, en una disertación impresa en Troyes en 1773, el resumen de la disputa y concluyó por adoptar la opinión del P. Bougeant.
Observa que antes del siglo XIV, o antes del concilio de Florencia, los griegos y los latinos no tuvieron entre sí ninguna disputa acerca de las palabras esenciales para la consagración, aunque los teólogos latinos estuviesen bien informados de los términos de que se servían los griegos en su segunda invocación. Por consiguiente los escolásticos que impugnaron a los griegos acerca de este punto han ido más lejos que sus predecesores.
No se trató de esta disputa en el segundo concilio de León el año 1274, ni en los tiempos posteriores, a no ser entre algunos teólogos. Pero en el concilio de Florencia, en 1439, fue viva la disputa sobre este punto entre los griegos y los latinos. Se ve por las actas del concilio que los griegos, a excepción de Marcos de Éfeso, convinieron en que la consagración se hace por las palabras de Jesucristo pero no quisieron que esta decisión se hiciera constar en el decreto de unión, temiendo no apareciese ser una condenación de su liturgia.
Explicación: Me das corona porfis :)