En un contexto en el que la emergencia del cambio climático como amenaza mundial difícilmente puede frenar el desproporcionado consumo energético y la carrera por la energía que en gran medida constituyen la causa de dicho cambio, la cuestión del desarrollo de los recursos mineros y energéticos se perfila como un problema aún más acuciante si se tiene en cuenta que su producción ha aumentado significativamente tanto en el continente americano como en el resto del mundo. En los últimos años, el « boom » del extractivismo, entendido como actividad humana capaz de modificar de forma notable el medio ambiente y el clima, puede considerarse parte integrante de un conjunto de factores generadores de una nueva era geológica iniciada a principios del siglo XIX y bautizada con el nombre de « antropoceno » por el ganador del Nobel Paul Crutzen. Al atribuir un origen humano a los cambios del clima o del medio ambiente, los seguidores de la tesis del antropoceno, como Christophe Bonneuil y Jean-Baptiste Fressoz en su obra L’Événement anthropocène (París : Seuil, 2013), invitan a tomar conciencia del impacto de estas actividades en los cambios mundiales, sugiriendo que actualmente se ha alcanzado un punto sin retorno. Pese a que algunos miembros de la comunidad científica se niegan todavía a admitir el origen antropogénico de estos cambios (Samuele Furfari, en el artículo de Sandrine Tolazzi « Recursos mineros y energéticos : el choque de discursos »), la gran mayoría insiste en la necesidad de vincular, en términos generales, la cuestión de las consecuencias medioambientales con la de la explotación de recursos (Normand Mousseau, en el artículo citado). Por otra parte, si bien es cierto que la cuestión medioambiental centra a menudo los debates actuales sobre el desarrollo de los recursos mineros, también parece que el impacto económico, político, geoestratégico y social del auge reciente de las industrias extractivas en el continente americano está generando una auténtica mutación en dicho continente, tal y como ilustra la entrevista a Bernadette Mérenne-Schoumaker. Por ello y ante todo para determinar la naturaleza de estas mutaciones, los coordinadores de este número de IdeAs organizaron en un primer momento un coloquio internacional sobre la cuestión de los recursos mineros en las Américas (Grenoble, junio de 2014) para posteriormente solicitar la colaboración de algunos participantes en dicho coloquio y de otros autores con el fin de elaborar un dossier que, esperan, sea representativo de los cuestionamientos científicos actuales. La lectura de las distintas contribuciones, artículos de vigilancia científica y entrevistas en torno a estas cuestiones hace patentes numerosas zonas de tensión ligadas a juegos de poder entre diferentes actores (comunidades locales, empresas, gobiernos a diferentes escalas, etc.) pero también a las representaciones de estos juegos de poder relacionadas a veces con la historia del desarrollo minero en general.
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si te sirves pones coronita
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julietdecristosaaved
si quieres mas de mi ayuda sigueme y ponme coronita porfavor
La minería fue la actividad económica que más impulso tuvo en la colonia. Pues cualquiera podía echar a andar una mina, siempre y cuando entregase la quinta parte de sus ganancias a la corona española. Fue además de un incentivo para la conquista, exploración y colonización de nuevos territorios.
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Las zonas mineras coinciden con zonas de guerra interna en territorios indígenas, provocando desplazamientos forzosos, asesinatos y desapariciones en los pueblos indígenas.
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En un contexto en el que la emergencia del cambio climático como amenaza mundial difícilmente puede frenar el desproporcionado consumo energético y la carrera por la energía que en gran medida constituyen la causa de dicho cambio, la cuestión del desarrollo de los recursos mineros y energéticos se perfila como un problema aún más acuciante si se tiene en cuenta que su producción ha aumentado significativamente tanto en el continente americano como en el resto del mundo. En los últimos años, el « boom » del extractivismo, entendido como actividad humana capaz de modificar de forma notable el medio ambiente y el clima, puede considerarse parte integrante de un conjunto de factores generadores de una nueva era geológica iniciada a principios del siglo XIX y bautizada con el nombre de « antropoceno » por el ganador del Nobel Paul Crutzen. Al atribuir un origen humano a los cambios del clima o del medio ambiente, los seguidores de la tesis del antropoceno, como Christophe Bonneuil y Jean-Baptiste Fressoz en su obra L’Événement anthropocène (París : Seuil, 2013), invitan a tomar conciencia del impacto de estas actividades en los cambios mundiales, sugiriendo que actualmente se ha alcanzado un punto sin retorno. Pese a que algunos miembros de la comunidad científica se niegan todavía a admitir el origen antropogénico de estos cambios (Samuele Furfari, en el artículo de Sandrine Tolazzi « Recursos mineros y energéticos : el choque de discursos »), la gran mayoría insiste en la necesidad de vincular, en términos generales, la cuestión de las consecuencias medioambientales con la de la explotación de recursos (Normand Mousseau, en el artículo citado). Por otra parte, si bien es cierto que la cuestión medioambiental centra a menudo los debates actuales sobre el desarrollo de los recursos mineros, también parece que el impacto económico, político, geoestratégico y social del auge reciente de las industrias extractivas en el continente americano está generando una auténtica mutación en dicho continente, tal y como ilustra la entrevista a Bernadette Mérenne-Schoumaker. Por ello y ante todo para determinar la naturaleza de estas mutaciones, los coordinadores de este número de IdeAs organizaron en un primer momento un coloquio internacional sobre la cuestión de los recursos mineros en las Américas (Grenoble, junio de 2014) para posteriormente solicitar la colaboración de algunos participantes en dicho coloquio y de otros autores con el fin de elaborar un dossier que, esperan, sea representativo de los cuestionamientos científicos actuales. La lectura de las distintas contribuciones, artículos de vigilancia científica y entrevistas en torno a estas cuestiones hace patentes numerosas zonas de tensión ligadas a juegos de poder entre diferentes actores (comunidades locales, empresas, gobiernos a diferentes escalas, etc.) pero también a las representaciones de estos juegos de poder relacionadas a veces con la historia del desarrollo minero en general.
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La minería fue la actividad económica que más impulso tuvo en la colonia. Pues cualquiera podía echar a andar una mina, siempre y cuando entregase la quinta parte de sus ganancias a la corona española. Fue además de un incentivo para la conquista, exploración y colonización de nuevos territorios.
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Las zonas mineras coinciden con zonas de guerra interna en territorios indígenas, provocando desplazamientos forzosos, asesinatos y desapariciones en los pueblos indígenas.