A Blanca Bonilla todo eso de las plantas medicinales le vino dado por su madre, Dolores, que trabajó toda su vida con la botica natural que tenía en La Calera, una comunidad indígena incrustada en los Andes ecuatorianos. Blanca era la última de nueve hermanos y recuerda que desde que tiene uso de razón ayudaba a su madre. “Me ponía un sombrerito y me daba con una canastita y un cuchillo para que fuera a recoger las plantas medicinales" recuerda. "Me explicaba que estaban en las partes secas, en los bosques, en las zanjas, en tierras arenosas o junto a los árboles; cada una tenía un sitio y para mí eran como un cuento las cosas que me contaba
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A Blanca Bonilla todo eso de las plantas medicinales le vino dado por su madre, Dolores, que trabajó toda su vida con la botica natural que tenía en La Calera, una comunidad indígena incrustada en los Andes ecuatorianos. Blanca era la última de nueve hermanos y recuerda que desde que tiene uso de razón ayudaba a su madre. “Me ponía un sombrerito y me daba con una canastita y un cuchillo para que fuera a recoger las plantas medicinales" recuerda. "Me explicaba que estaban en las partes secas, en los bosques, en las zanjas, en tierras arenosas o junto a los árboles; cada una tenía un sitio y para mí eran como un cuento las cosas que me contaba
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