Durante el siglo XIX, la producción historiográfica estuvo altamente determinada por las corrientes ideológicas que primaban en la época, así como por el ethos fundacional de lo nacional. Como señala Cristián Gazmuri en La historiografía chilena, el siglo XIX se caracterizó por producir una historiografía política, militar e institucional de muy buen nivel, pero de horizonte aristocrático, con limitadas y ocasionales incursiones en el análisis de los problemas sociales, económicos y culturales.
La primera gran obra sobre Historia de Chile producida después de la independencia, fue encargada por el gobierno al naturalista Claudio Gay, quien a partir de 1844 comenzó a publicar en París su Historia Física y Política de Chile.
A mediados del siglo XIX, la polémica protagonizada por Andrés Bello y Jacinto Chacón tuvo gran influencia en la historiografía decimonónica. Mientras el segundo se inclinaba hacia una reflexión sobre una "filosofía de la historia" que permitiera hacer inteligible el decurso de la humanidad, Bello proponía una historiografía positivista basada en documentos, hechos y narraciones objetivas, la que finalmente predominaría durante la segunda mitad del siglo XIX. Bajo su égida, la investigación histórica alcanzó un alto grado de documentación y erudición, destacándose historiadores como Diego Barros Arana, quien sentó los cimientos de la historia nacional al publicar entre 1884 y 1902 su Historia General de Chile, en dieciséis volúmenes. Junto a él, los hermanos Miguel Luis y Gregorio Víctor Amunátegui representan la máxima expresión de la historiografía positivista del siglo XIX al realizar una exposición de los hechos, especialmente políticos y militares, con un amplio bagaje documental y, aparentemente, con el menor grado de interpretación personal posible.
Explicación:
deme coronita
2 votes Thanks 1
espinoza22012007
ya pero yo quiero saber como influyo el arte no la historiagrafia u.u
Respuesta:
Durante el siglo XIX, la producción historiográfica estuvo altamente determinada por las corrientes ideológicas que primaban en la época, así como por el ethos fundacional de lo nacional. Como señala Cristián Gazmuri en La historiografía chilena, el siglo XIX se caracterizó por producir una historiografía política, militar e institucional de muy buen nivel, pero de horizonte aristocrático, con limitadas y ocasionales incursiones en el análisis de los problemas sociales, económicos y culturales.
La primera gran obra sobre Historia de Chile producida después de la independencia, fue encargada por el gobierno al naturalista Claudio Gay, quien a partir de 1844 comenzó a publicar en París su Historia Física y Política de Chile.
A mediados del siglo XIX, la polémica protagonizada por Andrés Bello y Jacinto Chacón tuvo gran influencia en la historiografía decimonónica. Mientras el segundo se inclinaba hacia una reflexión sobre una "filosofía de la historia" que permitiera hacer inteligible el decurso de la humanidad, Bello proponía una historiografía positivista basada en documentos, hechos y narraciones objetivas, la que finalmente predominaría durante la segunda mitad del siglo XIX. Bajo su égida, la investigación histórica alcanzó un alto grado de documentación y erudición, destacándose historiadores como Diego Barros Arana, quien sentó los cimientos de la historia nacional al publicar entre 1884 y 1902 su Historia General de Chile, en dieciséis volúmenes. Junto a él, los hermanos Miguel Luis y Gregorio Víctor Amunátegui representan la máxima expresión de la historiografía positivista del siglo XIX al realizar una exposición de los hechos, especialmente políticos y militares, con un amplio bagaje documental y, aparentemente, con el menor grado de interpretación personal posible.
Explicación:
deme coronita