El cambio climático ya ha alterado la duración de la estación de crecimiento en algunas partes del continente europeo. De hecho, las épocas de floración y cosecha de cereales se acostumbran a adelantar varias jornadas, aunque este fenómeno variará en función de la región.
Como la temperatura promedio de la tierra está aumentando progresivamente, también se está viendo afectada la productividad agraria de algunas zonas. Por ejemplo, se ha limitado la producción en el sur de Europa, debido a las extremas olas de calor y por la reducción de las precipitaciones. En cambio, las cosechas del norte de Europa podrían multiplicarse por los periodos sin heladas. En algunas zonas del mediterráneo, el estrés hídrico y térmico de los meses estivales podría obligar a trasladar algunas producciones a invierno.
También se concluye que el rendimiento de las cosechas anuales sea imprevisible, como consecuencia de sucesos meteorológicos extremos, así como la proliferación de algunas especies invasoras, como insectos o malas hierbas y otras enfermedades.
En definitiva, el cambio climático está afectando a la agricultura de varias maneras: en términos de cantidad y calidad de los cultivos; a través de los cambios del uso del agua, herbicidas, pesticidas y fertilizantes; en el sistema de drenaje de los suelos, la erosión y en la reducción de la diversidad de cultivos.
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El cambio climático ya ha alterado la duración de la estación de crecimiento en algunas partes del continente europeo. De hecho, las épocas de floración y cosecha de cereales se acostumbran a adelantar varias jornadas, aunque este fenómeno variará en función de la región.
Como la temperatura promedio de la tierra está aumentando progresivamente, también se está viendo afectada la productividad agraria de algunas zonas. Por ejemplo, se ha limitado la producción en el sur de Europa, debido a las extremas olas de calor y por la reducción de las precipitaciones. En cambio, las cosechas del norte de Europa podrían multiplicarse por los periodos sin heladas. En algunas zonas del mediterráneo, el estrés hídrico y térmico de los meses estivales podría obligar a trasladar algunas producciones a invierno.
También se concluye que el rendimiento de las cosechas anuales sea imprevisible, como consecuencia de sucesos meteorológicos extremos, así como la proliferación de algunas especies invasoras, como insectos o malas hierbas y otras enfermedades.
En definitiva, el cambio climático está afectando a la agricultura de varias maneras: en términos de cantidad y calidad de los cultivos; a través de los cambios del uso del agua, herbicidas, pesticidas y fertilizantes; en el sistema de drenaje de los suelos, la erosión y en la reducción de la diversidad de cultivos.