El desarrollo tecnológico en materia de electricidad y electrónica parece no tener límite para dispositivos y sistemas más rápidos, con mayor capacidad de almacenamiento y procesamiento de datos y con mejor conectividad, de tal modo que uno puede conectarse a casa o al negocio desde cualquier parte del mundo y a cualquier hora para monitorear la integridad de las instalaciones e incluso tomar acciones preventivas y/o correctivas ante cualquier eventualidad. Actualmente es común adquirir equipo de telefonía celular con cámara fotográfica de ata resolución, lámpara, agenda, calculadora, etc., que hacen la vida más cómoda y práctica. Sin embargo, no siempre ha sido así, si nos remontamos a principios del siglo pasado, ni siquiera había acceso a la energía eléctrica. La primera planta de energía eléctrica en nuestro país, según información publicada en la página de CFE [1], se instaló en 1879 en el estado de Guanajuato para una empresa textilera, además de que no era accesible a toda la población. Años después, Porfirio Díaz otorgó al sector eléctrico el carácter de servicio público. El progreso se hacía presente en forma de generación y manejo de energía eléctrica de mayores proporciones hasta llegar a nuestros días, en donde el CENACE [2] (Centro Nacional de Control de Energía) llega generar y administrar más de 40,000 MW de potencia instantánea para el Sistema Interconectado Nacional. Sin embargo, para que esto fuera posible se necesitó desarrollar dispositivos capaces de soportar distintos rangos de potencia y velocidad para el manejo de información y la potencia eléctrica. Los primeros dispositivos electrónicos utilizados para el manejo de energía eléctrica fundamentaban su operación en una serie de electrodos dentro de tubos al vacío, no obstante que hubo patentes de dispositivos de estado sólido, no existía la tecnología disponible para la fabricación de materiales semiconductores de alta calidad.
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El desarrollo tecnológico en materia de electricidad y electrónica parece no tener límite para dispositivos y sistemas más rápidos, con mayor capacidad de almacenamiento y procesamiento de datos y con mejor conectividad, de tal modo que uno puede conectarse a casa o al negocio desde cualquier parte del mundo y a cualquier hora para monitorear la integridad de las instalaciones e incluso tomar acciones preventivas y/o correctivas ante cualquier eventualidad. Actualmente es común adquirir equipo de telefonía celular con cámara fotográfica de ata resolución, lámpara, agenda, calculadora, etc., que hacen la vida más cómoda y práctica. Sin embargo, no siempre ha sido así, si nos remontamos a principios del siglo pasado, ni siquiera había acceso a la energía eléctrica. La primera planta de energía eléctrica en nuestro país, según información publicada en la página de CFE [1], se instaló en 1879 en el estado de Guanajuato para una empresa textilera, además de que no era accesible a toda la población. Años después, Porfirio Díaz otorgó al sector eléctrico el carácter de servicio público. El progreso se hacía presente en forma de generación y manejo de energía eléctrica de mayores proporciones hasta llegar a nuestros días, en donde el CENACE [2] (Centro Nacional de Control de Energía) llega generar y administrar más de 40,000 MW de potencia instantánea para el Sistema Interconectado Nacional. Sin embargo, para que esto fuera posible se necesitó desarrollar dispositivos capaces de soportar distintos rangos de potencia y velocidad para el manejo de información y la potencia eléctrica. Los primeros dispositivos electrónicos utilizados para el manejo de energía eléctrica fundamentaban su operación en una serie de electrodos dentro de tubos al vacío, no obstante que hubo patentes de dispositivos de estado sólido, no existía la tecnología disponible para la fabricación de materiales semiconductores de alta calidad.
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