La ciudad de Tlatelolco, fundada hacia el año 1337, se convirtió en la sede del principal mercado que abastecía a la población mexica de todos los productos que en aquella época podían imaginarse. Su tamaño, orden y diversidad de mercaderías llamaron la atención de conquistadores y cronistas, quienes dejaron constancia en sus obras del complejo entramado de relaciones comerciales que diariamente se llevaban a cabo en el tianguis de Tlatelolco.
Tanto Hernán Cortés como Bernal Díaz del Castillo no ocultaron la admiración que sintieron ante este mercado y gracias a sus relatos podemos conocer algunas de las características físicas de dicho sitio, como por ejemplo, que estaba cercado por portales y que su extensión “era tan grande como dos veces la ciudad de Salamanca”. Ello permitía que una gran cantidad de personas –Cortés menciona sesenta mil-, se reunieran diariamente en él para intercambiar los productos que mercaderes y tamemes hacían llegar a través de recorridos terrestres y de incontables viajes en canoas.
El tianguis estaba dividido en calles y a cada una le correspondía un género de productos. En ellas, los mercaderes tomaban su asiento “sin que otro se lo ocupara” y colocaban sus artículos en el piso para iniciar la jornada de trueque de unos objetos por otros.
La ciudad de Tlatelolco, fundada hacia el año 1337, se convirtió en la sede del principal mercado que abastecía a la población mexica de todos los productos que en aquella época podían imaginarse. Su tamaño, orden y diversidad de mercaderías llamaron la atención de conquistadores y cronistas, quienes dejaron constancia en sus obras del complejo entramado de relaciones comerciales que diariamente se llevaban a cabo en el tianguis de Tlatelolco.
Tanto Hernán Cortés como Bernal Díaz del Castillo no ocultaron la admiración que sintieron ante este mercado y gracias a sus relatos podemos conocer algunas de las características físicas de dicho sitio, como por ejemplo, que estaba cercado por portales y que su extensión “era tan grande como dos veces la ciudad de Salamanca”. Ello permitía que una gran cantidad de personas –Cortés menciona sesenta mil-, se reunieran diariamente en él para intercambiar los productos que mercaderes y tamemes hacían llegar a través de recorridos terrestres y de incontables viajes en canoas.
El tianguis estaba dividido en calles y a cada una le correspondía un género de productos. En ellas, los mercaderes tomaban su asiento “sin que otro se lo ocupara” y colocaban sus artículos en el piso para iniciar la jornada de trueque de unos objetos por otros.
Respuesta:
está realizado por los monos de México y del territorio mexicano
Explicación:
dame coronita c: