El Estado social soviético nació como una síntesis de dos modelos de superación de la crisis social: el político-represivo y el de estímulo socioeconómico, y –con sus virtudes y defectos– consiguió desarrollar el poderoso potencial sociocultural e intelectual del país. Tras la caída de la Unión Soviética, ese Estado social –que no fue destruido totalmente por las «políticas de shock»–El Estado social constituye, a nuestro entender, el núcleo de las actuales transformaciones socioeconómicas, políticas y culturales de la sociedad rusa. Dicho metafóricamente, en lo que hace al desarrollo del Estado social, Rusia se encuentra hoy con el rostro vuelto hacia el pasado. Hacia el pasado soviético y, en particular, hacia el Estado social soviético, que aún no fue comprendido ni en sus logros ni en sus fracasos. Precisamente hacia él dirigen sus pensamientos los rusos que viven día a día los resultados de reformas que restringen de manera constante el acceso a los bienes sociales. Pero también piensan en el Estado social los representantes de las elites, de inclinaciones conservadoras, que presienten el inevitable caos y colapso administrativo provocado por el poder creciente del interés privado en la economía, la política y las relaciones sociales. En él piensa el gobierno, a veces con irritación, maldiciéndolo por su falta de efectividad y su alto costo, a veces con esperanza, intentando aprovechar tal o cual mecanismo de la era soviética para reducir la tensión social.
Respuesta:
El Estado social soviético nació como una síntesis de dos modelos de superación de la crisis social: el político-represivo y el de estímulo socioeconómico, y –con sus virtudes y defectos– consiguió desarrollar el poderoso potencial sociocultural e intelectual del país. Tras la caída de la Unión Soviética, ese Estado social –que no fue destruido totalmente por las «políticas de shock»–El Estado social constituye, a nuestro entender, el núcleo de las actuales transformaciones socioeconómicas, políticas y culturales de la sociedad rusa. Dicho metafóricamente, en lo que hace al desarrollo del Estado social, Rusia se encuentra hoy con el rostro vuelto hacia el pasado. Hacia el pasado soviético y, en particular, hacia el Estado social soviético, que aún no fue comprendido ni en sus logros ni en sus fracasos. Precisamente hacia él dirigen sus pensamientos los rusos que viven día a día los resultados de reformas que restringen de manera constante el acceso a los bienes sociales. Pero también piensan en el Estado social los representantes de las elites, de inclinaciones conservadoras, que presienten el inevitable caos y colapso administrativo provocado por el poder creciente del interés privado en la economía, la política y las relaciones sociales. En él piensa el gobierno, a veces con irritación, maldiciéndolo por su falta de efectividad y su alto costo, a veces con esperanza, intentando aprovechar tal o cual mecanismo de la era soviética para reducir la tensión social.
Explicación: