En el siglo XVIII la situación económica de la ciudad de San Miguel de Tucumán era favorable debido a su ubicación como intermediaria en el eje Potosí-Buenos Aires. De acuerdo con López, la región del Tucumán seguía caracterizándose por su producción ganadera destinada a dos mercados: como ganado en pie que se transportaba hacia las provincias altoperuanas (especialmente a Tarija y Cinti) y como productos derivados (cueros, suelas, grasa, sebo) orientados a los mercados del Litoral. Complementaban la producción local otros bienes como los pellones, el arroz, las maderas, los muebles, las carretas, que se dirigían a la capital del virreinato y zonas aledañas. Desde Tucumán se enviaba el ganado, los pellones y los productos de reexportación (como la yerba y el azúcar) a los mercados del Alto Perú. A cambio de sebo, grasa y quesos se obtenía el metálico y productos manufacturados como los textiles, los sombreros y las mantas. Hacia el Litoral y el puerto de Buenos Aires se destinaban los cueros curtidos, el arroz, las maderas y las carretas. En la ciudad portuaria los comerciantes tucumanos adquirían los efectos de Castilla, la yerba, el azúcar y las manufacturas que no se producían en la jurisdicción y saldaban las cuentas con plata adquirida en los mercados altoperuanos o en la misma capital del virreinato.19
Esta coyuntura económica favorable de la ciudad fue capitalizada por Posse, quien desde fines del siglo XVIII, concentró sus transacciones económicas hacia el Atlántico, más precisamente hacia Buenos Aires.20
Las gráficas 1 y 2 revelan los productos comercializados por el peninsular en dos periodos específicos: 1786-1798 y 1799-1810.21
En el siglo XVIII la situación económica de la ciudad de San Miguel de Tucumán era favorable debido a su ubicación como intermediaria en el eje Potosí-Buenos Aires. De acuerdo con López, la región del Tucumán seguía caracterizándose por su producción ganadera destinada a dos mercados: como ganado en pie que se transportaba hacia las provincias altoperuanas (especialmente a Tarija y Cinti) y como productos derivados (cueros, suelas, grasa, sebo) orientados a los mercados del Litoral. Complementaban la producción local otros bienes como los pellones, el arroz, las maderas, los muebles, las carretas, que se dirigían a la capital del virreinato y zonas aledañas. Desde Tucumán se enviaba el ganado, los pellones y los productos de reexportación (como la yerba y el azúcar) a los mercados del Alto Perú. A cambio de sebo, grasa y quesos se obtenía el metálico y productos manufacturados como los textiles, los sombreros y las mantas. Hacia el Litoral y el puerto de Buenos Aires se destinaban los cueros curtidos, el arroz, las maderas y las carretas. En la ciudad portuaria los comerciantes tucumanos adquirían los efectos de Castilla, la yerba, el azúcar y las manufacturas que no se producían en la jurisdicción y saldaban las cuentas con plata adquirida en los mercados altoperuanos o en la misma capital del virreinato.19
Esta coyuntura económica favorable de la ciudad fue capitalizada por Posse, quien desde fines del siglo XVIII, concentró sus transacciones económicas hacia el Atlántico, más precisamente hacia Buenos Aires.20
Las gráficas 1 y 2 revelan los productos comercializados por el peninsular en dos periodos específicos: 1786-1798 y 1799-1810.21