Cite tres adelantos científicos del siglo XV en aquel aspecto naval, que permitieron los viajes de Colón desde Europa hasta América en aquel entonces. (AYUDAAAAAAA LO OCUPO YYYAAAAA)
El ciego respeto a los autores clásicos era la barrera que se oponía al progreso de la ciencia. La zona perusta de Aristóteles, el pulmón marino de Estrabón, al norte de Europa, y el mar tenebroso, al sur del cabo Bojador, cohibían con su terrorífica imagen el natural impulso a sobrepasar los confines del mundo; pero arrojados viajeros y valerosos misioneros habían logrado llegar hasta el Extremo Oriente, y los audaces mallorquines del siglo XIV y los nautas lusitanos de Enrique el Navegante, un siglo después, habían desacreditado con sus gestas la infalibilidad de los antiguos.
Puede disentirse, quizá, la trascendencia científica que asignamos a las exploraciones de los ibéricos, aduciendo que ellas, juntamente con el renacimiento científico, son frutos de una misma causa: el despertar de las conciencias, que se traduce de varias y múltiples maneras; pero ese espíritu de libre examen, esa rebeldía contra la autoridad de los antiguos, no habría pasado de ser una postura intelectual —23→ de algunos pocos, como ya los hubo en siglos anteriores, sin mayor trascendencia en la marcha de la humanidad, a no ser por el arrojo temerario de los primeros hombres que arriesgaron sus vidas para comprobar el grado de verdad de aquellas terroríficas descripciones de las zonas terrestres y marítimas vedadas a la planta humana.
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avalosrojasdavid78
muchas gracias, pero son 3 cosas que debo apuntar. Nose si le entienda.
Respuesta:
El ciego respeto a los autores clásicos era la barrera que se oponía al progreso de la ciencia. La zona perusta de Aristóteles, el pulmón marino de Estrabón, al norte de Europa, y el mar tenebroso, al sur del cabo Bojador, cohibían con su terrorífica imagen el natural impulso a sobrepasar los confines del mundo; pero arrojados viajeros y valerosos misioneros habían logrado llegar hasta el Extremo Oriente, y los audaces mallorquines del siglo XIV y los nautas lusitanos de Enrique el Navegante, un siglo después, habían desacreditado con sus gestas la infalibilidad de los antiguos.
Puede disentirse, quizá, la trascendencia científica que asignamos a las exploraciones de los ibéricos, aduciendo que ellas, juntamente con el renacimiento científico, son frutos de una misma causa: el despertar de las conciencias, que se traduce de varias y múltiples maneras; pero ese espíritu de libre examen, esa rebeldía contra la autoridad de los antiguos, no habría pasado de ser una postura intelectual —23→ de algunos pocos, como ya los hubo en siglos anteriores, sin mayor trascendencia en la marcha de la humanidad, a no ser por el arrojo temerario de los primeros hombres que arriesgaron sus vidas para comprobar el grado de verdad de aquellas terroríficas descripciones de las zonas terrestres y marítimas vedadas a la planta humana.
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