Después de completar 40 días de agotadoras jornadas, tanto de negociaciones como de esperas porque alguna de las partes se levanta de la mesa, el acuerdo en el paro camionero sigue embolatado y los actos de desorden público de la semana dan señales de que aún no hay terreno abonado para superar las diferencias.
Cientos de camioneros se declaran confundidos, en desacuerdo con algunos de los negociadores o con sus métodos para ejercer presión al Gobierno, teniendo en cuenta que el balance policial registra 18 uniformados heridos y 75 personas detenidas.
Durante el paro más largo que ha tenido el sector transportador, en los puntos de concentración de las protestas ha habido bloqueo de vías, llantas quemadas, enfrentamientos con la fuerza antimotines (Esmad) y hasta presencia de encapuchados.
Algunos gremios del transporte terrestre de carga hoy son investigados por la Superintendencia de Transporte por “convocar, promover, facilitar e incitar a abstenerse de prestar el servicio e impedir su prestación”.
Además, Supertransporte suspendió 977 licencias de tránsito a vehículos que transportan carga.
Mientras tanto, en la mesa de negociaciones, donde están representados 1.900 de 384.000 camioneros, según fuentes del sector, el pliego de peticiones continúa empantanado en temas como chatarrización, tarifas del servicio y vehículos mal matriculados.
La polarización de las agremiaciones es evidente y no son pocos los que señalan que paralizaron sus actividades por intimidación y no por convicción.
Y no es para menos. Alrededor de los camioneros hay más de una docena de gremios, entre los de empresas, los de camioneros y los nuevos que surgen cada vez que hay paro, por diferencia de criterios. “Una de las consecuencias de los paros es que se multiplican los gremios”, expresa Juan Carlos Rodríguez, presidente de Colfecar, que agrupa a 140 empresas y moviliza 70 por ciento de la carga total en el país.
Después de completar 40 días de agotadoras jornadas, tanto de negociaciones como de esperas porque alguna de las partes se levanta de la mesa, el acuerdo en el paro camionero sigue embolatado y los actos de desorden público de la semana dan señales de que aún no hay terreno abonado para superar las diferencias.
Cientos de camioneros se declaran confundidos, en desacuerdo con algunos de los negociadores o con sus métodos para ejercer presión al Gobierno, teniendo en cuenta que el balance policial registra 18 uniformados heridos y 75 personas detenidas.
Durante el paro más largo que ha tenido el sector transportador, en los puntos de concentración de las protestas ha habido bloqueo de vías, llantas quemadas, enfrentamientos con la fuerza antimotines (Esmad) y hasta presencia de encapuchados.
Algunos gremios del transporte terrestre de carga hoy son investigados por la Superintendencia de Transporte por “convocar, promover, facilitar e incitar a abstenerse de prestar el servicio e impedir su prestación”.
Además, Supertransporte suspendió 977 licencias de tránsito a vehículos que transportan carga.
Mientras tanto, en la mesa de negociaciones, donde están representados 1.900 de 384.000 camioneros, según fuentes del sector, el pliego de peticiones continúa empantanado en temas como chatarrización, tarifas del servicio y vehículos mal matriculados.
La polarización de las agremiaciones es evidente y no son pocos los que señalan que paralizaron sus actividades por intimidación y no por convicción.
Y no es para menos. Alrededor de los camioneros hay más de una docena de gremios, entre los de empresas, los de camioneros y los nuevos que surgen cada vez que hay paro, por diferencia de criterios. “Una de las consecuencias de los paros es que se multiplican los gremios”, expresa Juan Carlos Rodríguez, presidente de Colfecar, que agrupa a 140 empresas y moviliza 70 por ciento de la carga total en el país.