La tradición de disfrazarse o cubrirse el rostro en esta época responde precisamente a la necesidad de mantener el anonimato para así poder dejar a un lado las formalidades y las normas y entregarse al éxtasis, en contraste con el periodo posterior de la Cuaresma, donde se practica la abstinencia.
La tradición de disfrazarse o cubrirse el rostro en esta época responde precisamente a la necesidad de mantener el anonimato para así poder dejar a un lado las formalidades y las normas y entregarse al éxtasis, en contraste con el periodo posterior de la Cuaresma, donde se practica la abstinencia.
Explicación:
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