El siglo XIV se caracteriza habitualmente como una época de crisis del mundo medieval, que se manifiesta, entre otras cosas, por:
a) El conflicto entre las dos "espadas" o poderes de la Cristiandad (Papa y Emperador), ahora con el poder civil en una posición mucho más fuerte que en el siglo XI. b) La pérdida de autoridad y prestigio del papado, que primero traslada su sede de Roma a la ciudad francesa de Aviñón, lo que provoca después la existencia de dos papas, el de Roma y el de Aviñón (Cisma de Occidente), y, en un tercer momento, itres! (los dos ya existentes y un tercero nombrado por el Concilio de Pisa). c) El auge del conciliarismo, corriente que sostiene que el Papa debe someterse al Concilio, una especie de "parlamento" dentro de la Iglesia. Esta teoría resultó útil para acabar con el Cisma, ya que gracias a ella el Concilio pudo obligar a dimitir a los papas rivales. Con posterioridad, fue considerada peligrosa y condenada por los propios papas; de hecho, es uno de los factores que alimentaron la protesta contra el poder papal que acabaría cristalizando en la Reforma protestante del siglo XVI.
rompio la mitad de la iglesia catolica
El siglo XIV se caracteriza habitualmente como una época de crisis del mundo medieval, que se manifiesta, entre otras cosas, por:
a) El conflicto entre las dos "espadas" o poderes de la Cristiandad (Papa y Emperador), ahora con el poder civil en una posición mucho más fuerte que en el siglo XI.
b) La pérdida de autoridad y prestigio del papado, que primero traslada su sede de Roma a la ciudad francesa de Aviñón, lo que provoca después la existencia de dos papas, el de Roma y el de Aviñón (Cisma de Occidente), y, en un tercer momento, itres! (los dos ya existentes y un tercero nombrado por el Concilio de Pisa).
c) El auge del conciliarismo, corriente que sostiene que el Papa debe someterse al Concilio, una especie de "parlamento" dentro de la Iglesia. Esta teoría resultó útil para acabar con el Cisma, ya que gracias a ella el Concilio pudo obligar a dimitir a los papas rivales. Con posterioridad, fue considerada peligrosa y condenada por los propios papas; de hecho, es uno de los factores que alimentaron la protesta contra el poder papal que acabaría cristalizando en la Reforma protestante del siglo XVI.