Ramón Castilla y Marquesado (San Lorenzo de Tarapacá, Virreinato del Perú, 31 de agosto de 1797-Desierto de Tiliviche, Perú, 30 de mayo de 1867) fue un militar, estadista y político peruano, presidente del Perú en los períodos 1845-1851 (como presidente constitucional), 1855-1862 (inicialmente como presidente provisorio y luego constitucional) y 1863 (por unos días como encargado interino). Es el presidente que más años rigió en la República Peruana, solo superado por Augusto B. Leguía, siendo considerado el personaje más importante de las primeras décadas del Perú independiente.
Inició su carrera militar en el ejército realista, participando en la batalla de Chacabuco (1817). Prisionero tras la batalla, fue llevado a Buenos Aires donde obtuvo el permiso de salir del país y regresó al Perú. Reincorporado en el Ejército Real del Perú, se plegó a la causa independentista a inicios de 1822. Organizó y formó parte de la caballería de la Legión Peruana, destacando en la batalla de Ayacucho (1824). Continuó con su carrera militar y política, ocupando altos puestos públicos como la subprefectura de su natal Tarapacá (1825) y la prefectura de Puno (1834) en los gobiernos de Agustín Gamarra y Luis José de Orbegoso.
Tras el establecimiento de la Confederación Perú-Boliviana (1836), se exilió a Chile donde se unió a las expediciones restauradoras y tuvo una destacada participación en la batalla de Yungay (1839). Durante la Restauración peruana sirvió como ministro del gobierno de Gamarra, a quién acompañó a la campaña contra Bolivia hasta que fue tomado prisionero tras la batalla de Ingavi (1841). Terminada la guerra regresó al Perú, donde se unió a la revolución constitucionalista de 1843 contra el gobierno de Manuel Ignacio de Vivanco. Triunfante al año siguiente en la batalla de Carmen Alto, restableció el gobierno interino de Manuel Menéndez.
Vencedor de las elecciones de 1845, asumió la presidencia del Perú. Su primer gobierno se destacó por la estabilidad institucional del país tras un largo periodo de anarquía, la organización del Estado peruano y la bonanza económica gracias a las rentas producidas por la riqueza guanera. Entregó el poder a su sucesor José Rufino Echenique (1851) tras cumplir su mandato, hecho inédito hasta ese momento. Sin embargo, tras el escándalo de la consolidación de la deuda interna, encabezó la revolución liberal de 1854 y decretó la anulación del tributo indígena y la abolición de la esclavitud.
Derrotó a Echenique en batalla de La Palma (1854) y asumió nuevamente el gobierno como presidente provisiorio. Convocó a una Convención Nacional que promulgó la Constitución liberal de 1856, evento que generó una reacción conservadora encabezada por Vivanco y el estallido de la guerra civil. Tras derrotar a los rebeldes, Castilla se apartó de los liberales y convocó a un Congreso Constituyente que lo proclamó como presidente constitucional tras las elecciones de 1858. Ese mismo Congreso redactó la Constitución moderada de 1860, la carta magna con mayor tiempo de vigencia en la historia del Perú.
En su segundo mandato continuó con la modernización del Estado y la integración de su territorio, impulsando la colonización de la Amazonía peruana e inclusive entrando en guerra con Ecuador (1858). Asimismo, su gobierno coincidió con la introducción de varios adelantos tecnológicos en el Perú como el telégrafo y el alumbrado a gas y la expansión de los ferrocarriles. El boom del guano, producto que se convirtió prácticamente en el único sostén fiscal del Estado, también tuvo lugar durante esos años. Entregó el poder a su sucesor Miguel de San Román; tras su fallecimiento asumió brevemente de forma interna el poder (1863).
Al año siguiente fue elegido senador por Tarapacá y presidente del Senado, desde donde se opuso a las políticas de Juan Antonio Pezet ante las tensiones con España, lo que le valió el destierro en Europa (1865). Regresó al Perú y se retiró a su natal Tarapacá (1866), desde donde se opuso al gobierno de Mariano Ignacio Prado, el cual lo desterró a Chile. Sin embargo, volvió a Tarapacá y encabezó una revolución en defensa de la Constitución de 1860 que el gobierno pretendía reemplazar por una Constitución liberal. Falleció durante su marcha por el desierto de Tiliviche (1867); la revolución que inició derrocaría a Prado meses después.
Es valorado como el primer presidente progresista e innovador de la República Peruana y se considera que con él inició verdaderamente el período republicano: trajo orden y prosperidad al Estado, eliminó el tributo indígena, abolió la esclavitud, fundó el servicio diplomático, reformó la administración pública, estableció el presupuesto, pagó la deuda externa e interna, promovió la colonización de la Amazonía, creó el Consejo de Ministros, inició la reforma educativa, modernizó el ejército y extendió la fuerza naval. Es el patrono del Arma de Caballería del Ejército del Perú.
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Ramón Castilla y Marquesado (San Lorenzo de Tarapacá, Virreinato del Perú, 31 de agosto de 1797-Desierto de Tiliviche, Perú, 30 de mayo de 1867) fue un militar, estadista y político peruano, presidente del Perú en los períodos 1845-1851 (como presidente constitucional), 1855-1862 (inicialmente como presidente provisorio y luego constitucional) y 1863 (por unos días como encargado interino). Es el presidente que más años rigió en la República Peruana, solo superado por Augusto B. Leguía, siendo considerado el personaje más importante de las primeras décadas del Perú independiente.
Inició su carrera militar en el ejército realista, participando en la batalla de Chacabuco (1817). Prisionero tras la batalla, fue llevado a Buenos Aires donde obtuvo el permiso de salir del país y regresó al Perú. Reincorporado en el Ejército Real del Perú, se plegó a la causa independentista a inicios de 1822. Organizó y formó parte de la caballería de la Legión Peruana, destacando en la batalla de Ayacucho (1824). Continuó con su carrera militar y política, ocupando altos puestos públicos como la subprefectura de su natal Tarapacá (1825) y la prefectura de Puno (1834) en los gobiernos de Agustín Gamarra y Luis José de Orbegoso.
Tras el establecimiento de la Confederación Perú-Boliviana (1836), se exilió a Chile donde se unió a las expediciones restauradoras y tuvo una destacada participación en la batalla de Yungay (1839). Durante la Restauración peruana sirvió como ministro del gobierno de Gamarra, a quién acompañó a la campaña contra Bolivia hasta que fue tomado prisionero tras la batalla de Ingavi (1841). Terminada la guerra regresó al Perú, donde se unió a la revolución constitucionalista de 1843 contra el gobierno de Manuel Ignacio de Vivanco. Triunfante al año siguiente en la batalla de Carmen Alto, restableció el gobierno interino de Manuel Menéndez.
Vencedor de las elecciones de 1845, asumió la presidencia del Perú. Su primer gobierno se destacó por la estabilidad institucional del país tras un largo periodo de anarquía, la organización del Estado peruano y la bonanza económica gracias a las rentas producidas por la riqueza guanera. Entregó el poder a su sucesor José Rufino Echenique (1851) tras cumplir su mandato, hecho inédito hasta ese momento. Sin embargo, tras el escándalo de la consolidación de la deuda interna, encabezó la revolución liberal de 1854 y decretó la anulación del tributo indígena y la abolición de la esclavitud.
Derrotó a Echenique en batalla de La Palma (1854) y asumió nuevamente el gobierno como presidente provisiorio. Convocó a una Convención Nacional que promulgó la Constitución liberal de 1856, evento que generó una reacción conservadora encabezada por Vivanco y el estallido de la guerra civil. Tras derrotar a los rebeldes, Castilla se apartó de los liberales y convocó a un Congreso Constituyente que lo proclamó como presidente constitucional tras las elecciones de 1858. Ese mismo Congreso redactó la Constitución moderada de 1860, la carta magna con mayor tiempo de vigencia en la historia del Perú.
En su segundo mandato continuó con la modernización del Estado y la integración de su territorio, impulsando la colonización de la Amazonía peruana e inclusive entrando en guerra con Ecuador (1858). Asimismo, su gobierno coincidió con la introducción de varios adelantos tecnológicos en el Perú como el telégrafo y el alumbrado a gas y la expansión de los ferrocarriles. El boom del guano, producto que se convirtió prácticamente en el único sostén fiscal del Estado, también tuvo lugar durante esos años. Entregó el poder a su sucesor Miguel de San Román; tras su fallecimiento asumió brevemente de forma interna el poder (1863).
Al año siguiente fue elegido senador por Tarapacá y presidente del Senado, desde donde se opuso a las políticas de Juan Antonio Pezet ante las tensiones con España, lo que le valió el destierro en Europa (1865). Regresó al Perú y se retiró a su natal Tarapacá (1866), desde donde se opuso al gobierno de Mariano Ignacio Prado, el cual lo desterró a Chile. Sin embargo, volvió a Tarapacá y encabezó una revolución en defensa de la Constitución de 1860 que el gobierno pretendía reemplazar por una Constitución liberal. Falleció durante su marcha por el desierto de Tiliviche (1867); la revolución que inició derrocaría a Prado meses después.
Es valorado como el primer presidente progresista e innovador de la República Peruana y se considera que con él inició verdaderamente el período republicano: trajo orden y prosperidad al Estado, eliminó el tributo indígena, abolió la esclavitud, fundó el servicio diplomático, reformó la administración pública, estableció el presupuesto, pagó la deuda externa e interna, promovió la colonización de la Amazonía, creó el Consejo de Ministros, inició la reforma educativa, modernizó el ejército y extendió la fuerza naval. Es el patrono del Arma de Caballería del Ejército del Perú.
Dame coronita y corazón :)