La ciudad y los perros es la primera novela del escritor peruano Mario Vargas Llosa. Ganadora del Premio Biblioteca Breve en 1962, fue publicada en octubre de 1963[1] y ganó el Premio de la Crítica Española. Originalmente el autor la tituló "La morada del héroe" y luego "Los impostores". Su importancia es trascendental, pues abrió un ciclo de modernidad en la narrativa latinoamericana. A la par con otras obras de diversos autores de América Latina, dio inicio al llamado boom latinoamericano. Ha tenido múltiples ediciones y ha sido traducida a decenas de idiomas.
La obra narra las vivencias de los alumnos internos del Colegio Militar Leoncio Prado en especial de Alberto Fernández “el Poeta”, El Jaguar, Ricardo Arana “el Esclavo”, el serrano Cava, El Boa, el Rulos, el brigadier Arróspide y el negro Vallano, los cuales cursan el último año de secundaria, primera sección, y están deseosos de salir de una vez del hoyo en donde se encuentran. De todos ellos, el más apocado es Ricardo Arana, por lo que siempre resulta humillado por sus congéneres, recibiendo por ello el apodo de “El Esclavo”; es el único que no logra adaptarse y se siente ajeno a todo el colegio a pesar de convivir día y noche con sus compañeros en las aulas y en las cuadras (dormitorios).
Todos los días los alumnos se levantan temprano para formarse y recibir sus clases. El teniente Gamboa dirige la formación y castiga a los tres últimos en alinearse. El estilo de vida de los internos es pesado y denigrante para algunos. La narración se remonta a tiempo atrás, cuando Alberto Fernández y sus compañeros recién ingresan al colegio para cursar el tercer año de secundaria, y reciben "el bautismo" por parte de los alumnos de cuarto, del que también participan los de quinto. Este "bautismo" consistía en tratarlos de forma denigrante frente a los miembros del colegio como a "perros", apelativo con que se les conocía a los alumnos de grados inferiores. El Jaguar es el único al que no le pueden “bautizar”, pues se opone con violencia e incluso vence en la pelea a un alumno de cuarto. Como el “bautismo” duraba un mes, El Jaguar y los alumnos de su misma sección deciden formar un "Círculo", para defenderse y vengarse de los alumnos de cuarto año. El "Círculo" es descubierto por el teniente Gamboa y toda la sección es castigada. No obstante, El Jaguar mantiene el grupo, pero reducido a sus tres amigos más cercanos: el serrano Cava, el Rulos y el Boa. Todos ellos, entre otras “hazañas”, roban uniformes para revenderlos, organizan el ingreso de licor y material prohibido en el Colegio (revistas eróticas, cigarrillos, etc.), realizan juegos de dados y naipes, y planifican el robo de las respuestas de los exámenes; la novela empieza precisamente en el momento en que se realiza el robo del examen de química. Pero el serrano Cava, a quien se le encarga tal misión, no tiene cuidado y rompe el vidrio de una ventana, por lo que los del “Círculo” temen ser descubiertos. Sin embargo, confían en que todos sean discretos y no delaten nada. Pero esa misma noche, El Esclavo y Alberto se hallan de imaginarias (guardias por turnos) y se enteran del robo.
Verified answer
Respuesta:
La ciudad y los perros es la primera novela del escritor peruano Mario Vargas Llosa. Ganadora del Premio Biblioteca Breve en 1962, fue publicada en octubre de 1963[1] y ganó el Premio de la Crítica Española. Originalmente el autor la tituló "La morada del héroe" y luego "Los impostores". Su importancia es trascendental, pues abrió un ciclo de modernidad en la narrativa latinoamericana. A la par con otras obras de diversos autores de América Latina, dio inicio al llamado boom latinoamericano. Ha tenido múltiples ediciones y ha sido traducida a decenas de idiomas.
La obra narra las vivencias de los alumnos internos del Colegio Militar Leoncio Prado en especial de Alberto Fernández “el Poeta”, El Jaguar, Ricardo Arana “el Esclavo”, el serrano Cava, El Boa, el Rulos, el brigadier Arróspide y el negro Vallano, los cuales cursan el último año de secundaria, primera sección, y están deseosos de salir de una vez del hoyo en donde se encuentran. De todos ellos, el más apocado es Ricardo Arana, por lo que siempre resulta humillado por sus congéneres, recibiendo por ello el apodo de “El Esclavo”; es el único que no logra adaptarse y se siente ajeno a todo el colegio a pesar de convivir día y noche con sus compañeros en las aulas y en las cuadras (dormitorios).
Todos los días los alumnos se levantan temprano para formarse y recibir sus clases. El teniente Gamboa dirige la formación y castiga a los tres últimos en alinearse. El estilo de vida de los internos es pesado y denigrante para algunos. La narración se remonta a tiempo atrás, cuando Alberto Fernández y sus compañeros recién ingresan al colegio para cursar el tercer año de secundaria, y reciben "el bautismo" por parte de los alumnos de cuarto, del que también participan los de quinto. Este "bautismo" consistía en tratarlos de forma denigrante frente a los miembros del colegio como a "perros", apelativo con que se les conocía a los alumnos de grados inferiores. El Jaguar es el único al que no le pueden “bautizar”, pues se opone con violencia e incluso vence en la pelea a un alumno de cuarto. Como el “bautismo” duraba un mes, El Jaguar y los alumnos de su misma sección deciden formar un "Círculo", para defenderse y vengarse de los alumnos de cuarto año. El "Círculo" es descubierto por el teniente Gamboa y toda la sección es castigada. No obstante, El Jaguar mantiene el grupo, pero reducido a sus tres amigos más cercanos: el serrano Cava, el Rulos y el Boa. Todos ellos, entre otras “hazañas”, roban uniformes para revenderlos, organizan el ingreso de licor y material prohibido en el Colegio (revistas eróticas, cigarrillos, etc.), realizan juegos de dados y naipes, y planifican el robo de las respuestas de los exámenes; la novela empieza precisamente en el momento en que se realiza el robo del examen de química. Pero el serrano Cava, a quien se le encarga tal misión, no tiene cuidado y rompe el vidrio de una ventana, por lo que los del “Círculo” temen ser descubiertos. Sin embargo, confían en que todos sean discretos y no delaten nada. Pero esa misma noche, El Esclavo y Alberto se hallan de imaginarias (guardias por turnos) y se enteran del robo.