Comenzamos por el país que lleva esta división geográfica en su propio nombre ya que, de hecho, condiciona su vida. El paralelo 0º pasa por lugares como Pedernales o el extremo norte de la capital, Quito. El Ecuador atraviesa los Andes, para descender luego por la cuenca del Amazonas y, concretamente, por la de su afluente el Aguarico, con un punto genuinamente ecuatoriano y atravesado por la mismísima línea imaginaria: el Lago Agrio.
Ecuador es un país de lo más sorprendente y uno de los más ricos en paisajes, cultura y diversidad de Sudamérica. Las experiencias “ecuatoriales” pueden ser tan diversas como caminar por las calles empedradas de los cascos históricos de Quito y Cuenca para ahondar en el pasado; descubrir los Andes, con su mosaico de pueblecitos, sus arroyos y campos ondulados que podrían llevarnos a pensar en una visión idílica y de cuento de hadas; y sin embargo, disipadas las brumas, se dibuja una estampa de altísimos picos cubiertos de nieve. Y más allá de los Andes, la selva amazónica, que ofrece experiencias muy diversas en cuanto a observación de fauna; hay que instalarse a orillas de los ríos y en los senderos que zigzaguean entre la maleza en busca de monos, perezosos, tucanes, delfines fluviales y anacondas.
Cañon del río Mandiyaco, en la región colombiana de Putumayo.ampliar foto
Cañon del río Mandiyaco, en la región colombiana de Putumayo. LÉO TISSEAU FLICKR
2 Colombia
El ecuador atraviesa también de forma marginal un país complejo como es Colombia. Concretamente, la línea imaginaria cruza selva al este de los Andes, al sur del río Caquetá, una zona que puede ser una alternativa para ver el Amazonas colombiano si no urge llegar a Leticia, y que resulta relativamente accesible. Su capital departamental es Mocoa, que en sí mismo es un lugar anodino y sin ningún encanto, pero está rodeada de una fabulosa naturaleza que incluye docenas de cascadas y excelentes senderos. Desde Mocoa se puede ir a Pasto por el llamado Trampolín de la Muerte, una de las carreteras más peligrosas y espectaculares del continente. Es una vía sin asfaltar de un solo carril y sobre pendientes que caen hacia barrancos de rocas. No apta para cardiacos.
Un senderista en la región brasileña de Roraima, fronteriza con Venezuela y Guyana.ampliar foto
Un senderista en la región brasileña de Roraima, fronteriza con Venezuela y Guyana. HARALD VON RADEBRECHT AGE FOTOSTOCK
3 Brasil
El Ecuador cruza Brasil bastante al norte, concretamente por encima de Manaos, por la zona que casi es fronteriza con Venezuela, Guyana, Surinam o la Guayana Francesa. Es una zona poco poblada y poco visitada, un territorio para la aventura y para esos viajeros que quieren ir más allá. Aquí está la región de Roraima, un estado cubierto en buena parte por la selva tropical y donde está la mayoría del territorio de los yanomami, uno de los pueblos indígenas más numerosos de Brasil. La capital es Boa Vista, que básicamente es un núcleo de transportes para ir a Guyana o a los altiplanos de Venezuela, como el fronterizo Monte Roraima.
A la Amazonia merece la pena ir aunque sea una vez en la vida. Cualquier viajero se ha imaginado un viaje por esta jungla, no solo para admirar sus enormes árboles e impresionante ríos, sino también para adentrarse en esta enorme fuente de vida y de oxígeno del planeta para conocer la cultura de las tribus amazónicas.
Banana Beach, en Santo Tomé y Príncipe.ampliar foto
Banana Beach, en Santo Tomé y Príncipe. SASCHA GRABOW GETTY
4 Santo Tomé y Príncipe
Este es un lugar que irrenunciable para los grandes viajeros, uno de esos que hay que visitar una vez en la vida. Este diminuto país insular en medio del Atlántico (el segundo más pequeño de África y uno de los más tranquilos) está compuesto por dos islitas volcánicas frente a la costa de Gabón que conquistan fácilmente a los extranjeros con su sabor criollo-portugués y su ambiente relajado; resulta difícil no contagiarse del omnipresente "leve, leve" (algo así como “tómatelo con calma”).
El sosegado ritmo vital se enriquece con kilómetros de playas con una perfecta orla de palmeras, vastas extensiones de bosque pluvial esmeralda, altos picos volcánicos y plácidos pueblos de pescadores. Hay un montón de aves y abundan las plantas endémicas (sobre todo orquídeas). En temporada no faltan oportunidades para observar tortugas y ballenas.
Pero además de naturaleza también cuenta con algunas perlas culturales, como un número sorprendente de edificios del periodo colonial y antiguas plantaciones como la de Roca Sao Joao, convertida actualmente en un centro cultural y ecoturístico, que incluye un hostal donde se organizan excursiones a pie y en bicicleta por la zona.
En la isla Príncipe muchos reconocerán playa Banana (en la imagen superior), famosa por un anuncio de ron Bacardí, que resulta tan espectacular como parece en las fotografías.
Respuesta:
1 Ecuador
Comenzamos por el país que lleva esta división geográfica en su propio nombre ya que, de hecho, condiciona su vida. El paralelo 0º pasa por lugares como Pedernales o el extremo norte de la capital, Quito. El Ecuador atraviesa los Andes, para descender luego por la cuenca del Amazonas y, concretamente, por la de su afluente el Aguarico, con un punto genuinamente ecuatoriano y atravesado por la mismísima línea imaginaria: el Lago Agrio.
Ecuador es un país de lo más sorprendente y uno de los más ricos en paisajes, cultura y diversidad de Sudamérica. Las experiencias “ecuatoriales” pueden ser tan diversas como caminar por las calles empedradas de los cascos históricos de Quito y Cuenca para ahondar en el pasado; descubrir los Andes, con su mosaico de pueblecitos, sus arroyos y campos ondulados que podrían llevarnos a pensar en una visión idílica y de cuento de hadas; y sin embargo, disipadas las brumas, se dibuja una estampa de altísimos picos cubiertos de nieve. Y más allá de los Andes, la selva amazónica, que ofrece experiencias muy diversas en cuanto a observación de fauna; hay que instalarse a orillas de los ríos y en los senderos que zigzaguean entre la maleza en busca de monos, perezosos, tucanes, delfines fluviales y anacondas.
Cañon del río Mandiyaco, en la región colombiana de Putumayo.ampliar foto
Cañon del río Mandiyaco, en la región colombiana de Putumayo. LÉO TISSEAU FLICKR
2 Colombia
El ecuador atraviesa también de forma marginal un país complejo como es Colombia. Concretamente, la línea imaginaria cruza selva al este de los Andes, al sur del río Caquetá, una zona que puede ser una alternativa para ver el Amazonas colombiano si no urge llegar a Leticia, y que resulta relativamente accesible. Su capital departamental es Mocoa, que en sí mismo es un lugar anodino y sin ningún encanto, pero está rodeada de una fabulosa naturaleza que incluye docenas de cascadas y excelentes senderos. Desde Mocoa se puede ir a Pasto por el llamado Trampolín de la Muerte, una de las carreteras más peligrosas y espectaculares del continente. Es una vía sin asfaltar de un solo carril y sobre pendientes que caen hacia barrancos de rocas. No apta para cardiacos.
Un senderista en la región brasileña de Roraima, fronteriza con Venezuela y Guyana.ampliar foto
Un senderista en la región brasileña de Roraima, fronteriza con Venezuela y Guyana. HARALD VON RADEBRECHT AGE FOTOSTOCK
3 Brasil
El Ecuador cruza Brasil bastante al norte, concretamente por encima de Manaos, por la zona que casi es fronteriza con Venezuela, Guyana, Surinam o la Guayana Francesa. Es una zona poco poblada y poco visitada, un territorio para la aventura y para esos viajeros que quieren ir más allá. Aquí está la región de Roraima, un estado cubierto en buena parte por la selva tropical y donde está la mayoría del territorio de los yanomami, uno de los pueblos indígenas más numerosos de Brasil. La capital es Boa Vista, que básicamente es un núcleo de transportes para ir a Guyana o a los altiplanos de Venezuela, como el fronterizo Monte Roraima.
A la Amazonia merece la pena ir aunque sea una vez en la vida. Cualquier viajero se ha imaginado un viaje por esta jungla, no solo para admirar sus enormes árboles e impresionante ríos, sino también para adentrarse en esta enorme fuente de vida y de oxígeno del planeta para conocer la cultura de las tribus amazónicas.
Banana Beach, en Santo Tomé y Príncipe.ampliar foto
Banana Beach, en Santo Tomé y Príncipe. SASCHA GRABOW GETTY
4 Santo Tomé y Príncipe
Este es un lugar que irrenunciable para los grandes viajeros, uno de esos que hay que visitar una vez en la vida. Este diminuto país insular en medio del Atlántico (el segundo más pequeño de África y uno de los más tranquilos) está compuesto por dos islitas volcánicas frente a la costa de Gabón que conquistan fácilmente a los extranjeros con su sabor criollo-portugués y su ambiente relajado; resulta difícil no contagiarse del omnipresente "leve, leve" (algo así como “tómatelo con calma”).
El sosegado ritmo vital se enriquece con kilómetros de playas con una perfecta orla de palmeras, vastas extensiones de bosque pluvial esmeralda, altos picos volcánicos y plácidos pueblos de pescadores. Hay un montón de aves y abundan las plantas endémicas (sobre todo orquídeas). En temporada no faltan oportunidades para observar tortugas y ballenas.
Pero además de naturaleza también cuenta con algunas perlas culturales, como un número sorprendente de edificios del periodo colonial y antiguas plantaciones como la de Roca Sao Joao, convertida actualmente en un centro cultural y ecoturístico, que incluye un hostal donde se organizan excursiones a pie y en bicicleta por la zona.
En la isla Príncipe muchos reconocerán playa Banana (en la imagen superior), famosa por un anuncio de ron Bacardí, que resulta tan espectacular como parece en las fotografías.
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