El Evangelio de Mateo, en el inicio del capítulo dos, narra cómo los magos, al enterarse de que el Mesías estaba por nacer, dejaron todo y se prepararon para ir a adorarle hasta aquella ciudad que había sido señalada en una profecía: “Y tú, Belem, tierra de Judá, no eres la menor entre los principales clanes de Judá: porque de ti saldrá un caudillo que apacentará a mi pueblo Israel”.
Al llegar adoraron al Niño Jesús, “al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa; vieron al niño con María su madre y, postrándose, le adoraron; abrieron luego sus cofres y le ofrecieron dones de oro, incienso y mirra” (Mt 2, 10-11).
Los regalos de los magos a Jesús fueron señal del reconocimiento que le dieron como Rey, Hombre y Dios
Nuestra ofrenda al Niño Dios
Adorar a nuestro Salvador es el principal motivo de la Navidad, admirar a aquel que con tal de salvar nuestras vidas decidió pagar nuestros pecados en la cruz, a Él que, día a día y en miles de formas, demuestra todo el amor que tiene para ti y para mí; adorar al Hijo de Dios, porque recordemos que la Navidad no significa otra cosa más que el nacimiento de Jesús, es este hecho lo que debe mover nuestro corazón, no llenarnos de vicios, cenas y regalos caros, ni tampoco divertirnos en las fiestas que “celebramos en su honor”.
En ocasiones decimos ser católicos y que creemos en Jesús, entonces, ¿por qué no le ofrecemos regalos, como lo hicieron aquellos magos, para hacerle saber que lo amamos? Y no cosas materiales, sino regalos de verdad, aquellos que gozan de gran valor, ofrendas que llenen nuestra alma de su amor y que sean agradables a nuestro Señor. A regalar al prójimo, por amor a Jesús, las obras de misericordia.
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por que porr que es el naciemiento de el niño jesus para el creyente
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El Evangelio de Mateo, en el inicio del capítulo dos, narra cómo los magos, al enterarse de que el Mesías estaba por nacer, dejaron todo y se prepararon para ir a adorarle hasta aquella ciudad que había sido señalada en una profecía: “Y tú, Belem, tierra de Judá, no eres la menor entre los principales clanes de Judá: porque de ti saldrá un caudillo que apacentará a mi pueblo Israel”.
Al llegar adoraron al Niño Jesús, “al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa; vieron al niño con María su madre y, postrándose, le adoraron; abrieron luego sus cofres y le ofrecieron dones de oro, incienso y mirra” (Mt 2, 10-11).
Los regalos de los magos a Jesús fueron señal del reconocimiento que le dieron como Rey, Hombre y Dios
Nuestra ofrenda al Niño Dios
Adorar a nuestro Salvador es el principal motivo de la Navidad, admirar a aquel que con tal de salvar nuestras vidas decidió pagar nuestros pecados en la cruz, a Él que, día a día y en miles de formas, demuestra todo el amor que tiene para ti y para mí; adorar al Hijo de Dios, porque recordemos que la Navidad no significa otra cosa más que el nacimiento de Jesús, es este hecho lo que debe mover nuestro corazón, no llenarnos de vicios, cenas y regalos caros, ni tampoco divertirnos en las fiestas que “celebramos en su honor”.
En ocasiones decimos ser católicos y que creemos en Jesús, entonces, ¿por qué no le ofrecemos regalos, como lo hicieron aquellos magos, para hacerle saber que lo amamos? Y no cosas materiales, sino regalos de verdad, aquellos que gozan de gran valor, ofrendas que llenen nuestra alma de su amor y que sean agradables a nuestro Señor. A regalar al prójimo, por amor a Jesús, las obras de misericordia.