El ritmo de crecimiento después de 1930 en la mayoría de países de la región se aceleró como resultado de una tasa más alta de crecimiento natural, ya la mortalidad antes de la segunda guerra mundial, estaba decayendo gracias a la mejora de los niveles de vida y a las campañas de salud pública. De modo que a finales de la década de 1950 la tasa de mortalidad estaba por debajo de la mitad de lo que había sido antes de 1930, sin embargo, la tasa de natalidad siguió siendo alta, salvo en los países receptores de inmigración, en Argentina, Sur de Brasil, Chile, Cuba y Uruguay la natalidad iba en declive hacia 1950, en los demás países, la fecundidad decayó sólo a mediados de los años sesenta, aunque la tasa de natalidad se mantuvo alta en algunos países centroamericanos y en el Caribe aún a inicios de la década de 1980. Gracias a las campañas de Salud Pública lograron acelerar el descenso de la mortalidad en una etapa relativamente temprana de la transformación económica y social. Cómo consecuencia plantearon, con el fin de reestablecer el equilibrio, llevar a cabo dichas campañas públicas reduciendo las tasas de natalidad, para que se equilibrara con las tasas de mortalidad controlando el impacto negativo que un rápido crecimiento demográfico ejerce sobre la consecución de los niveles de desarrollo económico y social, que a sus vez propician el descenso de la fecundidad.
En general, la tasa de natalidad se mantuvo muy elevada hasta la década de 1960. En la mayoría de los países, dicha tasa se situó por encima de 45 por 1.000. Hay indicios que muestran que la tasa de natalidad creció en varios países entre las décadas de 1930 y 1950, y esta tendencia se vió acentuada por una tasa de nupcialidad cada vez mayor una mortalidad decreciente. Otro importante efecto de la alta tasa de natalidad de América Latina fue la juventud de su estructura de edades, la cuál lleva la marca de las fuerzas demográficas que impulsan su crecimiento. En 1960, la población menor de 15 años era el 40% o más en todos los países de América Latina, exceptuando Argentina, Cuba y Uruguay.
El ritmo de crecimiento después de 1930 en la mayoría de países de la región se aceleró como resultado de una tasa más alta de crecimiento natural, ya la mortalidad antes de la segunda guerra mundial, estaba decayendo gracias a la mejora de los niveles de vida y a las campañas de salud pública. De modo que a finales de la década de 1950 la tasa de mortalidad estaba por debajo de la mitad de lo que había sido antes de 1930, sin embargo, la tasa de natalidad siguió siendo alta, salvo en los países receptores de inmigración, en Argentina, Sur de Brasil, Chile, Cuba y Uruguay la natalidad iba en declive hacia 1950, en los demás países, la fecundidad decayó sólo a mediados de los años sesenta, aunque la tasa de natalidad se mantuvo alta en algunos países centroamericanos y en el Caribe aún a inicios de la década de 1980. Gracias a las campañas de Salud Pública lograron acelerar el descenso de la mortalidad en una etapa relativamente temprana de la transformación económica y social. Cómo consecuencia plantearon, con el fin de reestablecer el equilibrio, llevar a cabo dichas campañas públicas reduciendo las tasas de natalidad, para que se equilibrara con las tasas de mortalidad controlando el impacto negativo que un rápido crecimiento demográfico ejerce sobre la consecución de los niveles de desarrollo económico y social, que a sus vez propician el descenso de la fecundidad.
En general, la tasa de natalidad se mantuvo muy elevada hasta la década de 1960. En la mayoría de los países, dicha tasa se situó por encima de 45 por 1.000. Hay indicios que muestran que la tasa de natalidad creció en varios países entre las décadas de 1930 y 1950, y esta tendencia se vió acentuada por una tasa de nupcialidad cada vez mayor una mortalidad decreciente. Otro importante efecto de la alta tasa de natalidad de América Latina fue la juventud de su estructura de edades, la cuál lleva la marca de las fuerzas demográficas que impulsan su crecimiento. En 1960, la población menor de 15 años era el 40% o más en todos los países de América Latina, exceptuando Argentina, Cuba y Uruguay.