Estuvimos en la sede dela un sábado en la mañana, cuando tocaba la clase de Fotografía Antropológica, curso que dicta el propio fundador y director de la escuela. Ese día, la cátedra había sido cedida a la antropóloga Cecilia Fuentes.
-Lo primero que debe establecerse –explicó la experta a una veintena de atentos artistas- es que las fiestas tradicionales no son espectáculos. Son expresiones de fe compartida.
Los estudiantes habían acudido en grupo a la festividad de los Diablos de Naiguatá. Se habían empleado a fondo observando el rito y tomando fotografías de los vistosos cofrades. La proyección de las imágenes estaba prevista para el final de la exposición teórica, que en esta ocasión versaba sobre la fiesta de San Juan Bautista, “quizá la más antigua del cristianismo: la iglesia celebra muchos martirios, pero solo dos nacimientos, el de Jesús y el de Juan, primos carnales, ambos nacidos por avatar prodigioso”.
Nos encontramos en el salón de la planta baja. La ONG se ha ido construyendo a lomos de la quinta Carmencita, que era la residencia de María Herminia Garrido, abuela paterna de Nelson. En la medida en que se han incrementado las actividades de la escuela, así como el número de sus alumnos y relacionados, se han ido construyendo nuevos espacios. Nadie diría, al contemplar la modesta fachada, que el interior de la vivienda alberga tantos recovecos, incluso varios pisos y hasta un ambiente que sirve de sede para una compañía de danza. Nos encontramos, decía, en el salón de la planta baja. Las paredes están pintadas de un blanco impoluto. Hay dos cornetas en respectivos rincones; y, sobre el marco de la puerta, un Ken (el compañero de Barbie) desnudo y crucificado. La sala solo tiene tres paredes: la que debería ser la cuarta está abocetada por una especie de telón tras el cual se encuentra la escalera para acceder al segundo piso.
El salón de la planta baja es aula y también sala de exposición, de cine y de teatro. Este día tienen una muestra individual de la artista venezolana Rosa Virginia Urdaneta, que consiste en una serie de 13 pendones con textos murales. Cada uno tiene como título el nombre de un santo. En realidad, los nombres corresponden al onomástico de los niños combatientes colombianos cuyo testimonio de violencia se extracta en el panel. Ejemplo: San Fabio. “En el curso de los militares maté a alguien. Era un amigo que no aguantó, él no pudo terminar el curso. Fue una prueba. Me pasaron un machete para descuartizarlo mientras estaba vivo. Él estaba amarrado. Me rogó no matarlo. El comandante estaba mirando, me decía: ¡Hágale, hágale! Todos los pelados estaban ahí. Finalmente lo hice. Le corté el cuello, los pies y los brazos. Me sentí muy triste y lloré”.
En el primer piso está el despacho de Nelson Garrido, “una oficina horrible”, como él mismo dice, que tiene atiborrada de objetos camp, juguetes de latón, una colección de cochinitos hechos en diversos materiales, en fin, artículos excéntricos, algunos vagamente obscenos. Hay otro laboratorio de revelado.
En el segundo piso está la sala de proyección y exposiciones, donde se dicta, entre otros cursos, el Taller de Escritura Creativa, de Vito Solla, quien imparte, con una admirable gama de recursos pedagógicos, “técnicas y ejercicios aplicados al desarrollo del talento y la habilidad para escribir, combinando la palabra, la imagen y la música”. Y el fondo editorial, con impresora y fotocopiadora.
En el tercero, el estudio de iluminación para fotografía y video, que usan los estudiantes y se alquila para profesionales externos; y está también el Fondo EditorialLa Cucaracha Ilustrada.Por último, está la azotea, donde funciona el taller de carpintería y soldadura, así como el taller de serigrafía, “con una araña de 6 colores” donada por Luis Armando Hurtado. En la azotea encuentran su sede el grupo de danza contemporánea Improvisto, dirigido por Romer Nieves, y el Colectivo Arte Sonoro.
Respuesta:
Organización Nelson Garrido (Micro empresa)
Estuvimos en la sede dela un sábado en la mañana, cuando tocaba la clase de Fotografía Antropológica, curso que dicta el propio fundador y director de la escuela. Ese día, la cátedra había sido cedida a la antropóloga Cecilia Fuentes.
-Lo primero que debe establecerse –explicó la experta a una veintena de atentos artistas- es que las fiestas tradicionales no son espectáculos. Son expresiones de fe compartida.
Los estudiantes habían acudido en grupo a la festividad de los Diablos de Naiguatá. Se habían empleado a fondo observando el rito y tomando fotografías de los vistosos cofrades. La proyección de las imágenes estaba prevista para el final de la exposición teórica, que en esta ocasión versaba sobre la fiesta de San Juan Bautista, “quizá la más antigua del cristianismo: la iglesia celebra muchos martirios, pero solo dos nacimientos, el de Jesús y el de Juan, primos carnales, ambos nacidos por avatar prodigioso”.
Nos encontramos en el salón de la planta baja. La ONG se ha ido construyendo a lomos de la quinta Carmencita, que era la residencia de María Herminia Garrido, abuela paterna de Nelson. En la medida en que se han incrementado las actividades de la escuela, así como el número de sus alumnos y relacionados, se han ido construyendo nuevos espacios. Nadie diría, al contemplar la modesta fachada, que el interior de la vivienda alberga tantos recovecos, incluso varios pisos y hasta un ambiente que sirve de sede para una compañía de danza. Nos encontramos, decía, en el salón de la planta baja. Las paredes están pintadas de un blanco impoluto. Hay dos cornetas en respectivos rincones; y, sobre el marco de la puerta, un Ken (el compañero de Barbie) desnudo y crucificado. La sala solo tiene tres paredes: la que debería ser la cuarta está abocetada por una especie de telón tras el cual se encuentra la escalera para acceder al segundo piso.
El salón de la planta baja es aula y también sala de exposición, de cine y de teatro. Este día tienen una muestra individual de la artista venezolana Rosa Virginia Urdaneta, que consiste en una serie de 13 pendones con textos murales. Cada uno tiene como título el nombre de un santo. En realidad, los nombres corresponden al onomástico de los niños combatientes colombianos cuyo testimonio de violencia se extracta en el panel. Ejemplo: San Fabio. “En el curso de los militares maté a alguien. Era un amigo que no aguantó, él no pudo terminar el curso. Fue una prueba. Me pasaron un machete para descuartizarlo mientras estaba vivo. Él estaba amarrado. Me rogó no matarlo. El comandante estaba mirando, me decía: ¡Hágale, hágale! Todos los pelados estaban ahí. Finalmente lo hice. Le corté el cuello, los pies y los brazos. Me sentí muy triste y lloré”.
En el primer piso está el despacho de Nelson Garrido, “una oficina horrible”, como él mismo dice, que tiene atiborrada de objetos camp, juguetes de latón, una colección de cochinitos hechos en diversos materiales, en fin, artículos excéntricos, algunos vagamente obscenos. Hay otro laboratorio de revelado.
En el segundo piso está la sala de proyección y exposiciones, donde se dicta, entre otros cursos, el Taller de Escritura Creativa, de Vito Solla, quien imparte, con una admirable gama de recursos pedagógicos, “técnicas y ejercicios aplicados al desarrollo del talento y la habilidad para escribir, combinando la palabra, la imagen y la música”. Y el fondo editorial, con impresora y fotocopiadora.
En el tercero, el estudio de iluminación para fotografía y video, que usan los estudiantes y se alquila para profesionales externos; y está también el Fondo EditorialLa Cucaracha Ilustrada.Por último, está la azotea, donde funciona el taller de carpintería y soldadura, así como el taller de serigrafía, “con una araña de 6 colores” donada por Luis Armando Hurtado. En la azotea encuentran su sede el grupo de danza contemporánea Improvisto, dirigido por Romer Nieves, y el Colectivo Arte Sonoro.
Explicación:
De nada :)