Alguien me puede pasar el cuento "Un hombre y un perro" de Luis Fayad? Por Favor..
moisesAAA
Leoncio camina por una tumultuosa calle de la ciudad. Lleva en la mano un periódico y una carpeta, y de la gabardina colgada del brazo puede deducirse que el atardecer está fresco, pues Leoncio no soporta el frío por leve que sea. Hace un minuto salió de la oficina, son las seis y un minuto, y se dirige al paradero del bus. Como toda la gente, camina en forma precipitada en un eterno y a veces vano intento para lograr sentarse. A pesar de ir pensando sólo en esto, advierte a su lado la presencia de un perro. Pero no lo tiene en cuenta y continúa dando grandes zancadas, acelerando cada vez más. Más adelante siente que el perro lo sigue y él lo espanta con la gabardina. El perro se detiene agachando la cabeza en un acto de sumisión. Leoncio no ha aflojado el paso y ni siquiera se acuerda del perro cuando llega al paradero. Se coloca en la fila y entonces siente que algo le roza el pantalón. El perro lo mira como si lo escrutara. Esta vez Leoncio lo examina: pequeño, magro, amarillento, el pelo se le ha caído casi en su totalidad y su cuerpo está cubierto de llagas. Leoncio reflexiona en que ahora se irá en el bus y el perro desaparecerá, y se pone a leer el periódico. La tranquilidad le dura apenas unos segundos. Las personas que esperan en la fila lo miran ahora con el mismo desprecio con que él mira al perro. A él no le importaría que creyeran que el perro le pertenece, y lo demuestra ocupándose otra vez del periódico, si el perro se quedara quieto. Pero el perro ha vuelto a rozarle el pantalón y parece tener intenciones de orinarse contra su pierna. Quizá dando una vuelta a la manzana, entre tanta gente, se despiste. Pero perdería mucho tiempo, el bus se le pasaría y tendría que esperar luego otros minutos que podrían convertirse en media hora. Es preferible y echa a andar rápido, seguido por el perro, procurando introducirse por donde haya más gente, hasta tal punto que el perro no pueda sospechar en qué lugar se encuentra. Después de dos cuadras sonríe con satisfacción: ha volteado la cabeza y el perro no se ve por ningún lado. Concluye su recorrido con paso menos rápido, se coloca en la fila del paradero, no ve caras familiares pues el bus ya ha pasado y tendrá que esperar otro, y extiende el periódico. Mientras lee al tiempo que piensa en la comida que lo espera, por tercera vez su pantalón es rozado y un peso se le instala en la pierna. Antes de mirar sonríe, se dice que es sólo impresión, pero cuando ya ha mirado no puede menos de estrujar el periódico produciendo un estruendo que no asusta en lo mínimo al perro. Un hondo suspiro de indignación logra calmarlo por un momento, aunque su respiración se ve afectada. A los pocos minutos llega el bus. Leoncio sube y busca en vano un asiento desocupado. Aun cuando no se explica qué quiere el perro, que lo observa desde abajo, no se preocupa más y asido con una mano a la varilla de arriba pone los ojos en el periódico. La calle congestionada obliga al bus a avanzar lentamente, lo que no inquieta a Leoncio pues es soltero y con limitadas actividades. Levanta la cabeza para averiguar si han desocupado un asiento, pero, al contrario, el bus se ha llenado más. Tan distraído va que ni de esos detalles se da cuenta. Al volver al periódico su cara se llena de asombro acompañado de una leve exclamación: a la par del bus, mirando de vez en cuando para comprobar que Leoncio continúa en su sitio, corre el perro. Leoncio sólo logra tranquilizarse después de un rato. Entonces piensa que es algo sin importancia, cuando baje entrará veloz a su apartamento y terminará la persecución.
A los pocos minutos llega el bus. Leoncio sube y busca en vano un asiento desocupado. Aun cuando no se explica qué quiere el perro, que lo observa desde abajo, no se preocupa más y asido con una mano a la varilla de arriba pone los ojos en el periódico. La calle congestionada obliga al bus a avanzar lentamente, lo que no inquieta a Leoncio pues es soltero y con limitadas actividades. Levanta la cabeza para averiguar si han desocupado un asiento, pero, al contrario, el bus se ha llenado más. Tan distraído va que ni de esos detalles se da cuenta. Al volver al periódico su cara se llena de asombro acompañado de una leve exclamación: a la par del bus, mirando de vez en cuando para comprobar que Leoncio continúa en su sitio, corre el perro. Leoncio sólo logra tranquilizarse después de un rato. Entonces piensa que es algo sin importancia, cuando baje entrará veloz a su apartamento y terminará la persecución.