El mes de diciembre representa para muchos de nosotros, momentos inolvidables, sobre todo en las comunidades mayas de Yucatán, cuando realizan sus celebraciones religiosas, en donde la comida principal es la cochinita pibil y la cabeza del cerdo, forma parte de la cabeza del cochino se hace presente. Esta danza, forma parte de las antiguas tradiciones mayas, misma que se encuentra estrechamente relacionada con las fiestas patronales en la Península de Yucatán.
Antiguos relatos evidencian que en esta misma danza se usaban la cabeza del venado, con la misma finalidad de rendirle culto a las deidades mayas, en este caso se relaciona con la "Cruz de Popox", cuyo peregrinar inicia en la localidad de Holca y finaliza su recorrido por algunas comunidades sureñas, como Tixmenhuac y Tahdziu, Yucatán; pero a raíz de la llegada de los europeos al continente americano, trajeron consigo al cerdo, el cual fue adoptado y con el paso del tiempo sustituyó al venado.
El cerdo es utilizado en esta ceremonia; para esto, el cerdo pelón mexicano o birich k'éek'en, tal como se conoce en Yucatán, animal seleccionado previamente por la familia para este evento, es alimentado con hojas de ramón y granos de maíz durante más de un año en el solar. Llegado el momento de ser sacrificado, su cabeza es usada para la danza, mientras que el resto de la carne, será guisado en ricos manjares, como el relleno negro y la cochinita pibil para convidar a los visitantes.
En la danza participan niños, jóvenes, ancianos y mujeres; evento que se hace acompañar con la música ejecutada por la charanga local; esta actividad se caracteriza al realizar un recorrido por las principales calles del pueblo. Durante el desfile, se porta como estandarte la cabeza de cerdo puesto en una charola en cuyo hocico se encuentra un pan, mismo que es colocado en un recipiente adornado previamente por las mujeres.
En esta charola, se cuelgan cintas de diferentes colores, mismas que durante la danza son tomadas por cada uno de los participantes - aspecto que puntualiza la cohesión comunitaria y una visión hacia al mundo-; luego esta comitiva se detiene en algunos lugares para escenificar, la vida del campesino, su relación con este animal y su posible venta al partidor.
La escenificación de esta danza aunque es de caracter religioso para los mayas, es gracioso porque participan en el acto, los dueños del cerdo, quienes son los que aparentan llevarlo, y quien porta la charola asume el papel de este animal cuando esta en vida - inclusive trata de escapar y en ocasiones en ese intento por huir, hace que su dueño se caiga al suelo- y es donde deja entrever que el cerdo es conducido por uno de los participantes, quien al sacudir los granos del maíz en un recipiente llamado leek - calabazo-, y el ruido le es tan familiar, que al final de cuentas se deja conducir con el afan de alimentarse.
En sí, representan momentos especiales para los pobladores de las comunidades mayas, ya que las risas y los chascarrillos se escuchan por doquier, el ruido de los voladores y la música, constituyen una fuente de atracción para propios y extraños.
Quienes participan en la danza de la cabeza del cochino, como es el caso de la bailadora, lleva consigo un atuendo muy vistoso, adorna su cabeza con flores naturales, luce aretes de oro y está peinada con el cabello hacia atrás acabado en t'uch (chongo).
El mestizo yucateco lleva al cuello un paliacate rojo, cubre su cabeza con sombrero tejido con hojas muy finas de palma, o hecho de trapo encolado; la camisa es blanca de mangas largas con alforzas, cuello redondo y sin solapa, y sus pantalones blancos tienen bolsas laterales y traseras. Al igual que en la mujer, el atuendo lo completan unas alpargatas de vaqueta de cuero o xanabk'euel, que rechinan al caminar.
Detrás de la comitiva, es posible observar a los músicos que tocan la danza afín a esta actividad y que tiene el mismo nombre; es curioso notar el acompañamiento de la gente que se transportan en los triciclos y las bicicletas; estos momentos concluye con el baile de la jarana y la repartición de ricos tacos de cochinita pibil a los asistentes.
Este tipo de ceremonias mayas, por lo general cuenta con el intenso respaldo de su gente y se asemeja de alguna manera a la "siembra del ceibo", en donde es posible notar a la gente haciendo representaciones de los animales y de algunos cargos comunitarios como el de "diputado de la fiesta", finalmente el árbol es sembrado en medio del coso taurino. Es lamentable, sin embargo, que en la medida que la globalización permite que los modos de vida dominantes desde el punto de vista económico y militar, se imponen a las culturas nativas, esta práctica también empieza a verse afectada como ocurre con otras expresiones de la cultura maya como el idioma o la gastronomía. Si queremos mantener nuestra identidad cultural, debemos ser partícipes para su conservación y reconocimiento.
En general, las ceremonias mayas, tal como es la danza de la cabeza del cochino no sólo recrea la forma en que la gente convive con sus animales, sino que muestra la estrecha relación que tiene con él y de igual forma trata de cohesionar a la gente de la comunidad, sobre todo en estos momentos mágicos de la danza en que se le da cumplimiento a su promesa hecha ante sus dioses.
El mes de diciembre representa para muchos de nosotros, momentos inolvidables, sobre todo en las comunidades mayas de Yucatán, cuando realizan sus celebraciones religiosas, en donde la comida principal es la cochinita pibil y la cabeza del cerdo, forma parte de la cabeza del cochino se hace presente. Esta danza, forma parte de las antiguas tradiciones mayas, misma que se encuentra estrechamente relacionada con las fiestas patronales en la Península de Yucatán.
Antiguos relatos evidencian que en esta misma danza se usaban la cabeza del venado, con la misma finalidad de rendirle culto a las deidades mayas, en este caso se relaciona con la "Cruz de Popox", cuyo peregrinar inicia en la localidad de Holca y finaliza su recorrido por algunas comunidades sureñas, como Tixmenhuac y Tahdziu, Yucatán; pero a raíz de la llegada de los europeos al continente americano, trajeron consigo al cerdo, el cual fue adoptado y con el paso del tiempo sustituyó al venado.
El cerdo es utilizado en esta ceremonia; para esto, el cerdo pelón mexicano o birich k'éek'en, tal como se conoce en Yucatán, animal seleccionado previamente por la familia para este evento, es alimentado con hojas de ramón y granos de maíz durante más de un año en el solar. Llegado el momento de ser sacrificado, su cabeza es usada para la danza, mientras que el resto de la carne, será guisado en ricos manjares, como el relleno negro y la cochinita pibil para convidar a los visitantes.
En la danza participan niños, jóvenes, ancianos y mujeres; evento que se hace acompañar con la música ejecutada por la charanga local; esta actividad se caracteriza al realizar un recorrido por las principales calles del pueblo. Durante el desfile, se porta como estandarte la cabeza de cerdo puesto en una charola en cuyo hocico se encuentra un pan, mismo que es colocado en un recipiente adornado previamente por las mujeres.
En esta charola, se cuelgan cintas de diferentes colores, mismas que durante la danza son tomadas por cada uno de los participantes - aspecto que puntualiza la cohesión comunitaria y una visión hacia al mundo-; luego esta comitiva se detiene en algunos lugares para escenificar, la vida del campesino, su relación con este animal y su posible venta al partidor.
La escenificación de esta danza aunque es de caracter religioso para los mayas, es gracioso porque participan en el acto, los dueños del cerdo, quienes son los que aparentan llevarlo, y quien porta la charola asume el papel de este animal cuando esta en vida - inclusive trata de escapar y en ocasiones en ese intento por huir, hace que su dueño se caiga al suelo- y es donde deja entrever que el cerdo es conducido por uno de los participantes, quien al sacudir los granos del maíz en un recipiente llamado leek - calabazo-, y el ruido le es tan familiar, que al final de cuentas se deja conducir con el afan de alimentarse.
En sí, representan momentos especiales para los pobladores de las comunidades mayas, ya que las risas y los chascarrillos se escuchan por doquier, el ruido de los voladores y la música, constituyen una fuente de atracción para propios y extraños.
Quienes participan en la danza de la cabeza del cochino, como es el caso de la bailadora, lleva consigo un atuendo muy vistoso, adorna su cabeza con flores naturales, luce aretes de oro y está peinada con el cabello hacia atrás acabado en t'uch (chongo).
El mestizo yucateco lleva al cuello un paliacate rojo, cubre su cabeza con sombrero tejido con hojas muy finas de palma, o hecho de trapo encolado; la camisa es blanca de mangas largas con alforzas, cuello redondo y sin solapa, y sus pantalones blancos tienen bolsas laterales y traseras. Al igual que en la mujer, el atuendo lo completan unas alpargatas de vaqueta de cuero o xanabk'euel, que rechinan al caminar.
Detrás de la comitiva, es posible observar a los músicos que tocan la danza afín a esta actividad y que tiene el mismo nombre; es curioso notar el acompañamiento de la gente que se transportan en los triciclos y las bicicletas; estos momentos concluye con el baile de la jarana y la repartición de ricos tacos de cochinita pibil a los asistentes.
Este tipo de ceremonias mayas, por lo general cuenta con el intenso respaldo de su gente y se asemeja de alguna manera a la "siembra del ceibo", en donde es posible notar a la gente haciendo representaciones de los animales y de algunos cargos comunitarios como el de "diputado de la fiesta", finalmente el árbol es sembrado en medio del coso taurino. Es lamentable, sin embargo, que en la medida que la globalización permite que los modos de vida dominantes desde el punto de vista económico y militar, se imponen a las culturas nativas, esta práctica también empieza a verse afectada como ocurre con otras expresiones de la cultura maya como el idioma o la gastronomía. Si queremos mantener nuestra identidad cultural, debemos ser partícipes para su conservación y reconocimiento.
En general, las ceremonias mayas, tal como es la danza de la cabeza del cochino no sólo recrea la forma en que la gente convive con sus animales, sino que muestra la estrecha relación que tiene con él y de igual forma trata de cohesionar a la gente de la comunidad, sobre todo en estos momentos mágicos de la danza en que se le da cumplimiento a su promesa hecha ante sus dioses.