El huayno representa un verdadero universo musical, poético y simbólico, con una historia de más de 500 años de transformaciones, mestizaje y aculturación.
1 Para más detalles sobre el origen del huayno, consultar Huamán, 2006: 83-91.
2Se trata de un género musical considerado precolombino (Montoya, 1996: 484, para mencionar un especialista entre muchos), que por motivos desconocidos se ha desarrollado muchísimo después de la conquista según algunos estudiosos su origen sería colonial, ver Huamán, 2006: 87-88 , para llegar a ser en el siglo xx el medio de expresión musical principal del hombre andino1.
3Esto se dio quizás porque no se trata de un género propiamente ritual ligado a una determinada época del año y, gracias a esta característica de flexibilidad, se puede interpretar libremente en todo momento, en muchos acontecimientos festivos públicos y privados:
El wayno [...] tiene como carácter principal su honda plasticidad que le posibilita adaptarse a circunstancias diferentes de la vida cotidiana y festiva (Huamán, 2006: 79).
La estructura musical del huayno surge de una base pentatónica de ritmo binario, característica estructural que ha permitido a este género que se convierta en la base de la creación de nuevos ritmos contemporáneos, ritmos híbridos desde la chicha hasta el rock andino gracias a su estructura musical simple y flexible (Robles Torre, 2003).
4Existen diversas variedades de huaynos (Montoya, 1996: 484; Huamán, 2006: 95) según pueblos y regiones, que el habitante de la sierra identifica como suyos: huaynos más rápidos, más lentos, interpretados con vientos, cuerdas, percusiones, cantados por mujeres y/o hombres...
5Las diferentes y numerosas instrumentaciones, en sus versiones tradicionales andinas —arpa sola, arpa y violín, guitarras, acordeón y violín(es), para mencionar unos pocos ejemplos de la zona centro-sur andina— están manifiestamente codificadas; es decir que no se mezclan zamponas (flautas de pan) con cuerdas.
6Se pueden delinear en el huayno las características musicales siguientes:
A nivel rítmico, hay que aclarar que aparecen, a menudo, melodías con número impar de impulsos, lo que implica una notación en ¼ o sin compás determinado, pues la música andina no presenta un tiempo fuerte seguido por uno, dos o tres tiempos débiles como la occidental. Observando al huayno desde un punto de vista más occidental, se le podría calificar de música básicamente binaria: “El huayno es la canción y el baile más popular en los países andinos. Su música es generalmente en ritmo binario y su pulso interno es altamente sincopado” (Romero, 2007: 12).
A nivel melódico, el uso muy difundido de la escala pentatónica2 desde épocas prehispánicas pareciera todavía vigente: la gran mayoría de las melodías de huaynos está construida sobre las cinco notas que conforman dicha escala.
A nivel armónico, la utilización de una armonía fundamentalmente modal, basada en la alternancia menor / relativo mayor I-III, las dos únicas tríadas ejecutables en el marco de la escala pentatónica (Piston, 1989: 473). Ver también al respecto el párrafo 4.4.
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El huayno representa un verdadero universo musical, poético y simbólico, con una historia de más de 500 años de transformaciones, mestizaje y aculturación.
1 Para más detalles sobre el origen del huayno, consultar Huamán, 2006: 83-91.
2Se trata de un género musical considerado precolombino (Montoya, 1996: 484, para mencionar un especialista entre muchos), que por motivos desconocidos se ha desarrollado muchísimo después de la conquista según algunos estudiosos su origen sería colonial, ver Huamán, 2006: 87-88 , para llegar a ser en el siglo xx el medio de expresión musical principal del hombre andino1.
3Esto se dio quizás porque no se trata de un género propiamente ritual ligado a una determinada época del año y, gracias a esta característica de flexibilidad, se puede interpretar libremente en todo momento, en muchos acontecimientos festivos públicos y privados:
El wayno [...] tiene como carácter principal su honda plasticidad que le posibilita adaptarse a circunstancias diferentes de la vida cotidiana y festiva (Huamán, 2006: 79).
La estructura musical del huayno surge de una base pentatónica de ritmo binario, característica estructural que ha permitido a este género que se convierta en la base de la creación de nuevos ritmos contemporáneos, ritmos híbridos desde la chicha hasta el rock andino gracias a su estructura musical simple y flexible (Robles Torre, 2003).
4Existen diversas variedades de huaynos (Montoya, 1996: 484; Huamán, 2006: 95) según pueblos y regiones, que el habitante de la sierra identifica como suyos: huaynos más rápidos, más lentos, interpretados con vientos, cuerdas, percusiones, cantados por mujeres y/o hombres...
5Las diferentes y numerosas instrumentaciones, en sus versiones tradicionales andinas —arpa sola, arpa y violín, guitarras, acordeón y violín(es), para mencionar unos pocos ejemplos de la zona centro-sur andina— están manifiestamente codificadas; es decir que no se mezclan zamponas (flautas de pan) con cuerdas.
6Se pueden delinear en el huayno las características musicales siguientes:
A nivel rítmico, hay que aclarar que aparecen, a menudo, melodías con número impar de impulsos, lo que implica una notación en ¼ o sin compás determinado, pues la música andina no presenta un tiempo fuerte seguido por uno, dos o tres tiempos débiles como la occidental. Observando al huayno desde un punto de vista más occidental, se le podría calificar de música básicamente binaria: “El huayno es la canción y el baile más popular en los países andinos. Su música es generalmente en ritmo binario y su pulso interno es altamente sincopado” (Romero, 2007: 12).
A nivel melódico, el uso muy difundido de la escala pentatónica2 desde épocas prehispánicas pareciera todavía vigente: la gran mayoría de las melodías de huaynos está construida sobre las cinco notas que conforman dicha escala.
A nivel armónico, la utilización de una armonía fundamentalmente modal, basada en la alternancia menor / relativo mayor I-III, las dos únicas tríadas ejecutables en el marco de la escala pentatónica (Piston, 1989: 473). Ver también al respecto el párrafo 4.4.
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