¿A que crees que se debe el aroma que producen las hojas de algunas plantas? ¿Sabes de donde se obtienen las fragancias de los perfumes? ¿Conoces los beneficios que el hombre obtiene de las plantas?
Las plantas aromáticas fueron empleadas desde tiempos remotos con el fin de mejorar el sabor de los alimentos, obtener perfumes y curar enfermedades. Estos vegetales poseen estructuras especializadas que producen y vierten al exterior sustancias conocidas como esencias o aceites esenciales. En la naturaleza cumplen un rol importante en la defensa de los vegetales como constituyentes antibacterianos, antivirales, antifúngicos e insecticidas, además de jugar un rol ecológico como agentes para evitar el ataque de herbívoros y como atrayentes de insectos para favorecer la dispersión de polen.
Una trágica historia de amor…
Las esencias ó aceites esenciales, son sustancias producidas por las plantas aromáticas en determinadas estructuras celulares. Las aromáticas como se las conoce habitualmente, son plantas que estuvieron prácticamente presentes en la vida de los humanos desde la noche de los tiempos.
La mitología griega por ejemplo, relata a su modo, como surge la primera planta de menta (Mentha sp.), quien tiene de protagonista a la ninfa Menthe quien vivía un ilícito romance con Hades “el Dios del Inframundo”. Como ya es conocido, muchas de estas historias suelen tener un trágico final, y, este romance no es la excepción. Démeter (suegra de Hades) descubre este amorío y le comunicó a Perséfone (esposa de Hades) la desafortunada novedad. Y, aún hasta hoy no se tiene la certeza, si Démeter o su hija es quien golpea a Menthe hasta matarla. El cuerpo desintegrado de la ninfa fue descubierto por Hades y este haciendo uso de sus poderes, logró que a partir de los restos de su amada brotaran plantas de menta.
Es sumamente representativa esta historia y su relación con la planta de menta, ya que es sin lugar a dudas la especie aromática más conocida y ampliamente usada desde tiempos remotos.
Algo huele bien
Las plantas aromáticas están definidas por sus caracteres organolépticos, es decir, impresionan los sentidos del olfato y el gusto. Esta caracterización, que se ajusta a la percepción humana tiene origen en componentes propios de las plantas: diferentes sustancias que les confieren aroma y sabor.
Las especies aromáticas, poseen en sus tejidos, o vierten al exterior sustancias líquidas volátiles denominadas aceites esenciales, esencias o aceites volátiles. Y, de acuerdo al uso que se les dé, se las puede agrupar en: perfumíferas, terapéuticas y condimenticias.
Se estima que el interés por los aceites esenciales tuvo su origen en Oriente, concretamente, en Egipto, Persia e India, donde se desarrolló la destilación simple como el método para su extracción del material vegetal. Mas tarde, a principios de la Edad Media, se comercializaban aceites perfumados y ungüentos naturales que no eran exactamente aceites esenciales. Estas mezclas se guardaban en recipientes traslúcidos y se sometían a la acción de luz del sol o a calentamiento, logrando finalmente la separación de los aceites esenciales y de los constituyentes sólidos de la mezcla.
Por otra parte, ciertas flores se maceraban con vino antes de adicionarle grasas, y el producto de esa extracción conocida como digestión, se filtraba y calentaba con el fin de obtener las esencias (Jirovetz y Buchbaver, 2005). También se recurrió a exprimir los órganos vegetales mediante el uso de telas o lienzos y mas tarde se perfeccionaron prensas para obtener mayor cantidad de esencia pura.
El alma de las plantas
Se cree que el término aceite esencial fue propuesto en el siglo XVI por Theophrastus Phillippus Aureolus Bombastus von Hohenheim, el alquimista conocido como Paracelso (Figura 2). Este es quien denominó a las esencias como el alma de las plantas, denominación algo romántica, quizás por el carácter etéreo de estas sustancias.
Los primeros estudios detallados de las esencias son los realizados por J.J. Houton de Labillardière, quien en 1818 realizó el análisis elemental del aceite de trementina. Mas tarde, J. Berzelius, J.B. Dumas, J. von Liebig y F. Wöhler estudiaron las esencias aplicando diversos métodos a los fines de separar y analizar individualmente sus constituyentes (Pearce, 1997).
Hay muchas definiciones para caracterizar una esencia ya que puede conceptualizarse de acuerdo al punto de vista físico, químico y/o biológico. Un amplio y complejo concepto dice que: “un aceite esencial es parte del metabolismo de un vegetal, compuesto generalmente por terpenos, que están asociados o no a otros componentes, la mayoría de ellos volátiles, y generan en conjunto el aroma de dicho vegetal” (Bandoni, 2000). Se trata de sustancias límpidas, raramente coloreadas, liposolubles, aromáticas, volátiles y con una densidad menor que el agua. Se sintetizan en diferentes órganos de las plantas: yemas, flores, hojas, tallos, ramas pequeñas, semillas frutos, raíces y/o corteza. Se almacenan en células secretoras, cavidades, canales, células epidérmicas o tricomas glandulares.
Respuesta:
Las plantas aromáticas fueron empleadas desde tiempos remotos con el fin de mejorar el sabor de los alimentos, obtener perfumes y curar enfermedades. Estos vegetales poseen estructuras especializadas que producen y vierten al exterior sustancias conocidas como esencias o aceites esenciales. En la naturaleza cumplen un rol importante en la defensa de los vegetales como constituyentes antibacterianos, antivirales, antifúngicos e insecticidas, además de jugar un rol ecológico como agentes para evitar el ataque de herbívoros y como atrayentes de insectos para favorecer la dispersión de polen.
Una trágica historia de amor…
Las esencias ó aceites esenciales, son sustancias producidas por las plantas aromáticas en determinadas estructuras celulares. Las aromáticas como se las conoce habitualmente, son plantas que estuvieron prácticamente presentes en la vida de los humanos desde la noche de los tiempos.
La mitología griega por ejemplo, relata a su modo, como surge la primera planta de menta (Mentha sp.), quien tiene de protagonista a la ninfa Menthe quien vivía un ilícito romance con Hades “el Dios del Inframundo”. Como ya es conocido, muchas de estas historias suelen tener un trágico final, y, este romance no es la excepción. Démeter (suegra de Hades) descubre este amorío y le comunicó a Perséfone (esposa de Hades) la desafortunada novedad. Y, aún hasta hoy no se tiene la certeza, si Démeter o su hija es quien golpea a Menthe hasta matarla. El cuerpo desintegrado de la ninfa fue descubierto por Hades y este haciendo uso de sus poderes, logró que a partir de los restos de su amada brotaran plantas de menta.
Es sumamente representativa esta historia y su relación con la planta de menta, ya que es sin lugar a dudas la especie aromática más conocida y ampliamente usada desde tiempos remotos.
Algo huele bien
Las plantas aromáticas están definidas por sus caracteres organolépticos, es decir, impresionan los sentidos del olfato y el gusto. Esta caracterización, que se ajusta a la percepción humana tiene origen en componentes propios de las plantas: diferentes sustancias que les confieren aroma y sabor.
Las especies aromáticas, poseen en sus tejidos, o vierten al exterior sustancias líquidas volátiles denominadas aceites esenciales, esencias o aceites volátiles. Y, de acuerdo al uso que se les dé, se las puede agrupar en: perfumíferas, terapéuticas y condimenticias.
Se estima que el interés por los aceites esenciales tuvo su origen en Oriente, concretamente, en Egipto, Persia e India, donde se desarrolló la destilación simple como el método para su extracción del material vegetal. Mas tarde, a principios de la Edad Media, se comercializaban aceites perfumados y ungüentos naturales que no eran exactamente aceites esenciales. Estas mezclas se guardaban en recipientes traslúcidos y se sometían a la acción de luz del sol o a calentamiento, logrando finalmente la separación de los aceites esenciales y de los constituyentes sólidos de la mezcla.
Por otra parte, ciertas flores se maceraban con vino antes de adicionarle grasas, y el producto de esa extracción conocida como digestión, se filtraba y calentaba con el fin de obtener las esencias (Jirovetz y Buchbaver, 2005). También se recurrió a exprimir los órganos vegetales mediante el uso de telas o lienzos y mas tarde se perfeccionaron prensas para obtener mayor cantidad de esencia pura.
El alma de las plantas
Se cree que el término aceite esencial fue propuesto en el siglo XVI por Theophrastus Phillippus Aureolus Bombastus von Hohenheim, el alquimista conocido como Paracelso (Figura 2). Este es quien denominó a las esencias como el alma de las plantas, denominación algo romántica, quizás por el carácter etéreo de estas sustancias.
Los primeros estudios detallados de las esencias son los realizados por J.J. Houton de Labillardière, quien en 1818 realizó el análisis elemental del aceite de trementina. Mas tarde, J. Berzelius, J.B. Dumas, J. von Liebig y F. Wöhler estudiaron las esencias aplicando diversos métodos a los fines de separar y analizar individualmente sus constituyentes (Pearce, 1997).
Hay muchas definiciones para caracterizar una esencia ya que puede conceptualizarse de acuerdo al punto de vista físico, químico y/o biológico. Un amplio y complejo concepto dice que: “un aceite esencial es parte del metabolismo de un vegetal, compuesto generalmente por terpenos, que están asociados o no a otros componentes, la mayoría de ellos volátiles, y generan en conjunto el aroma de dicho vegetal” (Bandoni, 2000). Se trata de sustancias límpidas, raramente coloreadas, liposolubles, aromáticas, volátiles y con una densidad menor que el agua. Se sintetizan en diferentes órganos de las plantas: yemas, flores, hojas, tallos, ramas pequeñas, semillas frutos, raíces y/o corteza. Se almacenan en células secretoras, cavidades, canales, células epidérmicas o tricomas glandulares.
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