Su voz robótica es inconfundible. También su futurista silla de ruedas, conectada a un computador que le permite comunicarse. Cada vez que aparece en público deja titulares de prensa.
Stephen Hawking nació en Oxford (Inglaterra) el 8 de enero de 1942. Físico, con doctorado en el mismo campo, a los 21 años le diagnosticaron esclerosis lateral amiotrófica (ELA), una enfermedad que desgasta las células nerviosas hasta que ya no pueden enviar mensajes a los músculos. Y el pronóstico no fue alentador: dos o tres años más de vida.
En el 2013 cumplió medio siglo con su enfermedad, que no afecta los sentidos ni el intelecto, pero que solo le deja mover músculos del rostro. Con la mejilla derecha activa un sensor, ajustado a sus lentes, con el que define las palabras que el sintetizador de voz reproduce. Sus declaraciones levantan polvo en todo el mundo.
Habla de ciencia, de religión, de sus teorías. Es provocador, sobre todo con instituciones como la Iglesia, al lanzar mensajes con los que desacredita la hipótesis de un Dios que creó todo. Su carrera científica ha sido brillante.Durante 30 años ocupó, entre otros cargos, la posición de profesor lucasiano de matemáticas en la Universidad de Cambridge, un título que ostentó antes Isaac Newton, el padre de la física.
Pero en la misma medida en que ha sido alabado le han llovido críticas. No por sus teorías, como la radiación Hawking, las leyes de agujeros negros o la teoría del todo, que en el momento de comprobarse le merecerán un Nobel.
Su voz robótica es inconfundible. También su futurista silla de ruedas, conectada a un computador que le permite comunicarse. Cada vez que aparece en público deja titulares de prensa.
Stephen Hawking nació en Oxford (Inglaterra) el 8 de enero de 1942. Físico, con doctorado en el mismo campo, a los 21 años le diagnosticaron esclerosis lateral amiotrófica (ELA), una enfermedad que desgasta las células nerviosas hasta que ya no pueden enviar mensajes a los músculos. Y el pronóstico no fue alentador: dos o tres años más de vida.
En el 2013 cumplió medio siglo con su enfermedad, que no afecta los sentidos ni el intelecto, pero que solo le deja mover músculos del rostro. Con la mejilla derecha activa un sensor, ajustado a sus lentes, con el que define las palabras que el sintetizador de voz reproduce. Sus declaraciones levantan polvo en todo el mundo.
Habla de ciencia, de religión, de sus teorías. Es provocador, sobre todo con instituciones como la Iglesia, al lanzar mensajes con los que desacredita la hipótesis de un Dios que creó todo. Su carrera científica ha sido brillante.Durante 30 años ocupó, entre otros cargos, la posición de profesor lucasiano de matemáticas en la Universidad de Cambridge, un título que ostentó antes Isaac Newton, el padre de la física.
Pero en la misma medida en que ha sido alabado le han llovido críticas. No por sus teorías, como la radiación Hawking, las leyes de agujeros negros o la teoría del todo, que en el momento de comprobarse le merecerán un Nobel.