5 ejemplos sobre diferencia de solidaridad y caridad
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La limosna. Compartir el dinero que se tiene con alguien más necesitado, sin mirar de quién se trata, es considerado el acto caritativo por excelencia en la sociedad capitalista moderna. Debe entenderse distinto, no obstante, de la filantropía, que es la solidaridad con iniciativas consideradas moralmente valiosas o dignas de ayuda monetaria. Dar comida al hambriento. Otro gesto supremo de caridad, que consiste en alimentar a los demás sin esperar pago ni retribución alguna, simplemente por hacer el bien de aplacar el hambre sobre la tierra. Es llevado a cabo por numerosas instituciones benéficas locales e internacionales, entre ellas distintas Iglesias y ONG’s. Obsequiar ropa. Tradicionalmente se obsequia la ropa vieja o en desuso y esto se entiende como un gesto de compasión con los desposeídos; sin embargo la verdadera caridad cristiana radicaría en entregar la ropa en uso y en condiciones a aquellos que no poseen nada. Socorrer al extraño. La compasión y la empatía en situaciones de riesgo o de fragilidad que vive algún desconocido tendrían que producirse en un alma caritativa, que estaría dispuesta a brindar ayuda a quienes no tienen vínculo alguno con ella y sin esperar ninguna forma de retribución presente ni futura a cambio. Esto incluye, por ejemplo, levantar la voz ante la defensa de los derechos de los demás, de las minorías y de aquellos que no puedan hacerlo por voz propia. Ayudar desinteresadamente. Ya sea el clásico ejemplo de ayudar a la viejita a cruzar la calle o de cederle el asiento a una mujer embarazada, la caridad supone brindar una mano amable al necesitado y anteponer su bienestar al nuestro. En la cotidianidad pueden darse múltiples ejemplos prácticos de conductas caritativas para con niños, ancianos o personas discapacitadas.
Dar comida al hambriento. Otro gesto supremo de caridad, que consiste en alimentar a los demás sin esperar pago ni retribución alguna, simplemente por hacer el bien de aplacar el hambre sobre la tierra. Es llevado a cabo por numerosas instituciones benéficas locales e internacionales, entre ellas distintas Iglesias y ONG’s.
Obsequiar ropa. Tradicionalmente se obsequia la ropa vieja o en desuso y esto se entiende como un gesto de compasión con los desposeídos; sin embargo la verdadera caridad cristiana radicaría en entregar la ropa en uso y en condiciones a aquellos que no poseen nada.
Socorrer al extraño. La compasión y la empatía en situaciones de riesgo o de fragilidad que vive algún desconocido tendrían que producirse en un alma caritativa, que estaría dispuesta a brindar ayuda a quienes no tienen vínculo alguno con ella y sin esperar ninguna forma de retribución presente ni futura a cambio. Esto incluye, por ejemplo, levantar la voz ante la defensa de los derechos de los demás, de las minorías y de aquellos que no puedan hacerlo por voz propia.
Ayudar desinteresadamente. Ya sea el clásico ejemplo de ayudar a la viejita a cruzar la calle o de cederle el asiento a una mujer embarazada, la caridad supone brindar una mano amable al necesitado y anteponer su bienestar al nuestro. En la cotidianidad pueden darse múltiples ejemplos prácticos de conductas caritativas para con niños, ancianos o personas discapacitadas.