La abeja AbiAbi era una abeja que vivía en Abejalandia. Las abejas de Abejalandia se alimentaban del néctar de las flores que los humanos plantaban. Pero las abejas de este lugar eran tan grandes que los humanos, a su lado, eran muy pequeños, tanto que cualquier abeja podría aplastarlos.
Abi les tenía miedo a los humanos. El motivo era muy simple: corría el rumor de que si se una abeja se acercaba a ellos podrían lastimarla con sus pequeñas flechas. Así que cada que veía a un humano se alejaba rápidamente.
Un día, mientras Abi estaba descansando en un pequeño jardín, apareció de la nada un pequeño humano cerca de ella.
Abi tenía mucho miedo de que el humano le picara, pero recordó lo que su abuela abeja le había dicho: “Cuando veas a un humano, no los molestes y ellos no te lastimaran”. Así que siguió los consejos de su abuela y no molestó al humano.
El humano entendió que la abeja no le estaba haciendo daño, por lo que él tampoco la dañó. Abi se sintió aliviada y siguió descansando mientras que el humano cuidaba de las flores.
Al día siguiente, Abi volvió al jardín a descansar, pero al poco tiempo llegaron sus hermanas mayores y comenzaron a molestarla.
—Mira lo que tenemos aquí —canturreaban alrededor de Abi, mientras le mostraban un frasco transparente con varios humanos dentro.
Abi se asustó mucho y rogó a sus hermanas que no abrieran el frasco. Pero ellos la ignoraron y abrieron el frasco en frente de ella. Los humanos, muy enojados, comenzaron a salir.
Abi no se movió, como le aconsejó su abuela. Afortunadamente, el humano que había visto el día anterior estaba en aquel grupo. Este la reconoció y les dijo a los demás que no la molestaran.
�La abeja Abi��Ella no tiene la culpa de nada, son las otras las que se han portado mal.
Los humanos fueron tras las abejas que los habían encerrado en el frasco y comenzaron a atacarlas. El humano regresó con Abi y le dio las gracias por no haberlo lastimado. Abi también le dio las gracias a él por no haberla molestado.
Con el tiempo, Abi la abeja dejó de temerle a los humanos y quiso saber más acerca de ellos. La pequeña abeja se dio cuenta de la importancia que tenían los humanos para que las abejas tuviesen néctar como alimento.
Al final Abi consiguió que las demás abejas se dieran cuenta de la importancia de no lastimar a los humanos, porque de ellos dependía su supervivencia. Y así comenzó una nueva era de pacífica convivencia entre los humanos y abejas.
La abeja AbiAbi era una abeja que vivía en Abejalandia. Las abejas de Abejalandia se alimentaban del néctar de las flores que los humanos plantaban. Pero las abejas de este lugar eran tan grandes que los humanos, a su lado, eran muy pequeños, tanto que cualquier abeja podría aplastarlos.
Abi les tenía miedo a los humanos. El motivo era muy simple: corría el rumor de que si se una abeja se acercaba a ellos podrían lastimarla con sus pequeñas flechas. Así que cada que veía a un humano se alejaba rápidamente.
Un día, mientras Abi estaba descansando en un pequeño jardín, apareció de la nada un pequeño humano cerca de ella.
Abi tenía mucho miedo de que el humano le picara, pero recordó lo que su abuela abeja le había dicho: “Cuando veas a un humano, no los molestes y ellos no te lastimaran”. Así que siguió los consejos de su abuela y no molestó al humano.
El humano entendió que la abeja no le estaba haciendo daño, por lo que él tampoco la dañó. Abi se sintió aliviada y siguió descansando mientras que el humano cuidaba de las flores.
Al día siguiente, Abi volvió al jardín a descansar, pero al poco tiempo llegaron sus hermanas mayores y comenzaron a molestarla.
—Mira lo que tenemos aquí —canturreaban alrededor de Abi, mientras le mostraban un frasco transparente con varios humanos dentro.
Abi se asustó mucho y rogó a sus hermanas que no abrieran el frasco. Pero ellos la ignoraron y abrieron el frasco en frente de ella. Los humanos, muy enojados, comenzaron a salir.
Abi no se movió, como le aconsejó su abuela. Afortunadamente, el humano que había visto el día anterior estaba en aquel grupo. Este la reconoció y les dijo a los demás que no la molestaran.
�La abeja Abi��Ella no tiene la culpa de nada, son las otras las que se han portado mal.
Los humanos fueron tras las abejas que los habían encerrado en el frasco y comenzaron a atacarlas. El humano regresó con Abi y le dio las gracias por no haberlo lastimado. Abi también le dio las gracias a él por no haberla molestado.
Con el tiempo, Abi la abeja dejó de temerle a los humanos y quiso saber más acerca de ellos. La pequeña abeja se dio cuenta de la importancia que tenían los humanos para que las abejas tuviesen néctar como alimento.
Al final Abi consiguió que las demás abejas se dieran cuenta de la importancia de no lastimar a los humanos, porque de ellos dependía su supervivencia. Y así comenzó una nueva era de pacífica convivencia entre los humanos y abejas.