desde su papel no protagónico, pero muy necesario para el desarrollo equilibrado de la
cultura griega antigua.
La toma de conciencia en relación con este problema nos permite percibir cual es la
situación de la mujer en la Edad Contemporánea y de este modo, vincular el estudio del
pasado con las inquietudes del presente.
La religión griega fue la única esfera en que la mujer adquiría cierto protagonismo, pero
como en otras culturas, también hay mitos que explican las propias limitaciones de esta.
En este caso, es necesario mencionar aquí la leyenda de Pandora, la madre de todas las
mujeres, concebida como venganza de Zeus a la humanidad por haber aceptado el regalo
del fuego que les hizo Prometeo. Pandora, hecha de arcilla, adornada por las diosas (hecho
curioso este último), y proveída de vida por Hermes, portadora de la caja que contenía
todos los males del mundo. Dotada de curiosidad y sentimientos, enviaba a una humanidad esencialmente masculina, y debido a sus cualidades impuestas (revelador este hecho,
pues Pandora es finalmente, creación de Zeus, deidad masculina), desencadenadora por su
curiosidad de las fatalidades que asolarían la humanidad con su llegada. Sorprende en este
sentido, conociendo este mito y el de Deméter, el papel protagonista de la mujer en la religión. Es probable que este papel fuera una herencia directa de las sociedades matriarcales
pre-históricas que rendían culto a la fertilidad de la mujer. En cualquier caso, resulta muy
interesante y al mismo tiempo contradictorio.
En definitiva, a partir del siglo VIII A.C es posible evidenciar como se perfila la condición
de inferioridad de la mujer griega con respecto al hombre, en una sociedad dual, paradójica
y fascinante, que a través de la mitología y las diversas expresiones literarias definiría un
discurso que condicionaría la vida de las mujeres, no en un afán de represión ni de discriminación, sino más bien en un entendimiento de la sociedad que tendría como centro al
hombre, construyendo una sociedad viril que se caracterizaría por la idea del equilibrio,
donde el hombre es el componente activo y la mujer el pasivo
Respuesta:
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Explicación:
La mujer sustentaba la vida social
desde su papel no protagónico, pero muy necesario para el desarrollo equilibrado de la
cultura griega antigua.
La toma de conciencia en relación con este problema nos permite percibir cual es la
situación de la mujer en la Edad Contemporánea y de este modo, vincular el estudio del
pasado con las inquietudes del presente.
La religión griega fue la única esfera en que la mujer adquiría cierto protagonismo, pero
como en otras culturas, también hay mitos que explican las propias limitaciones de esta.
En este caso, es necesario mencionar aquí la leyenda de Pandora, la madre de todas las
mujeres, concebida como venganza de Zeus a la humanidad por haber aceptado el regalo
del fuego que les hizo Prometeo. Pandora, hecha de arcilla, adornada por las diosas (hecho
curioso este último), y proveída de vida por Hermes, portadora de la caja que contenía
todos los males del mundo. Dotada de curiosidad y sentimientos, enviaba a una humanidad esencialmente masculina, y debido a sus cualidades impuestas (revelador este hecho,
pues Pandora es finalmente, creación de Zeus, deidad masculina), desencadenadora por su
curiosidad de las fatalidades que asolarían la humanidad con su llegada. Sorprende en este
sentido, conociendo este mito y el de Deméter, el papel protagonista de la mujer en la religión. Es probable que este papel fuera una herencia directa de las sociedades matriarcales
pre-históricas que rendían culto a la fertilidad de la mujer. En cualquier caso, resulta muy
interesante y al mismo tiempo contradictorio.
En definitiva, a partir del siglo VIII A.C es posible evidenciar como se perfila la condición
de inferioridad de la mujer griega con respecto al hombre, en una sociedad dual, paradójica
y fascinante, que a través de la mitología y las diversas expresiones literarias definiría un
discurso que condicionaría la vida de las mujeres, no en un afán de represión ni de discriminación, sino más bien en un entendimiento de la sociedad que tendría como centro al
hombre, construyendo una sociedad viril que se caracterizaría por la idea del equilibrio,
donde el hombre es el componente activo y la mujer el pasivo